Los casi inéditos en el encierro toros de La Palmosilla, con solo una intervención en 2019 que completaron sin corneados y con récord de velocidad ese año, han repetido su comportamiento noble y concentrado, pese a los lógicos momentos de peligro y las numerosas caídas de corredores por la alta participación.
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Tras el tercer cántico a la hornacina de San Fermín para pedir su protección, la manada ha salido agrupada y compacta, guiada por los cabestros, entre los que iba camuflado un toro negro burraco que ha despistado a más de uno. Algunos de los momentos de tensión de la carrera se han vivido en la Estafeta, donde ha caído uno de los cabestros.