Los Nobel recobran su brillo

EFE
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La ceremonia se reencuentra con su pompa habitual, después de dos años de restricciones, en la entrega de sus preciados galardones

Los Nobel recobran su brillo - Foto: Associated Press/LaPresse

Como cada 10 de diciembre, Suecia y Noruega acogieron ayer la entrega de los Premios Nobel y del Premio Nobel de la Paz. Una esperada cita que llevaba dos años sin poder celebrarse con la pompa habitual debido a la pandemia (se hizo en formato reducido y sin presencia de los laureados) pero que en esta ocasión recobró todo su vistoso ceremonial.

«La multitud de crisis y desafíos a los que se enfrenta el mundo hace que sean necesarios los científicos entregados y las personas que desafían a las autoridades en búsqueda de la paz, la democracia y los derechos humanos», acentuó el presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, en su mensaje de apertura.

 En la ceremonia, presidida por los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, Heldin pasó revista a los males que aquejan al planeta y a las distintas sociedades. La libertad está «en declive en todo el mundo»; hay guerra en Europa, «con el espectro de las armas nucleares» y se producen «dramáticas crisis energéticas y alimentarias». También citó la «flagrante» discriminación; la desigualdad social y económica y «un acelerado cambio climático que exige la urgente ampliación de las soluciones».

Además, ratificó el compromiso de estos galardones con las personas que trabajan «en la búsqueda de la paz, la democracia y los derechos humanos».

Así, unas horas antes del gran acto oficial, en Oslo (Noruega) el Nobel de la Paz reconoció al preso de conciencia y activista bielorruso, Ales Bialiatski, y a las organizaciones rusa y ucraniana de derechos humanos Memorial y Center for Civil Liberties.

Las reflexiones Heldin fueron seguidas desde el escenario de la Sala de Conciertos por un número inusualmente grande de premiados. Hasta 11 nuevos Nobel, de ellos solo dos mujeres -Química y Literatura- recibieron la medalla de manos del rey Carlos Gustavo.

La francesa Annie Ernaux recogió el premio de Literatura por una obra que está impulsada por «una fuerza y una exigencia de justicia» según la presentación de Anders Olsson, de la Academia Sueca.

Los descubrimientos sobre el genoma de los neandertales a partir de ADN de fósiles dieron a Svante Pääbo el de Medicina, afianzando su reconocimiento como el padre de la paleogenética.

El de Física fue para Alain Aspect (Francia), John Clauser (EEUU) y Anton Zeilinge (Austria) por sus avances en mecánica cuántica, que abren la puerta a tecnologías como la comunicación encriptada, los ordenadores y redes cuánticas, con lo que «hemos entrado en la segunda revolución cuántica», destacó Mats Larsson, de la Academia Sueca de Ciencias.

El estadounidense Barry Sharpless recibió su segundo reconocimiento, el primero lo logró en 2010, ambos en la categoría de Química.

Sharpless lo compartió esta vez con Carolyn Bertozzi (EEUU) y Morten Meldal (Holanda) por el desarrollo de dos nuevos tipos de química, la de click y la bioortogonal, mas sencillas y limpias, que han estimulado una intensa actividad y dado lugar a nuevos logros de gran importancia.

Cada premiado recibe una medalla, un diploma y 10 millones de coronas suecas, 916.000 euros.