Futuro para las leguminosas

SPC
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España depende del exterior para abastecerse, tanto para consumo humano como animal, pero las nuevas variedades que se están obteniendo pueden ayudar a hacer más atractivo este tipo de cultivo

Futuro para las leguminosas

En España se cultivan pocas leguminosas. Muchas menos de las que necesitamos. Los agricultores no encuentran atractivas estas especies (garbanzo, guisante, soja…), a pesar de que representan una buena alternativa para la rotación cultivos, aspecto que con la entrada de la nueva PAC cobra mucho peso.

Ignacio Solís es profesor de Mejora Vegetal y Cultivos Herbáceos Extensivos en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la Universidad de Sevilla y, además, director de la empresa Agrovegetal, una de las que más están trabajando en España para conseguir variedades más interesantes para los profesionales del campo. Solís explica a Cultum que la inclusión del cultivo de leguminosas en las rotaciones en extensivo es una práctica muy conveniente desde el punto de vista agronómico y ambiental. Por una parte se reducen las necesidades de abonado nitrogenado gracias a la fijación del nitrógeno atmosférico, y por otra se reduce la importación de soja y de leguminosas grano (garbanzos, judías y lentejas) desde el continente americano.

Es por ello que en la nueva Política Agraria Común (PAC) se incluyen medidas para favorecer este tipo de cultivos y se espera un aumento de su superficie en los próximos años, explica. El principal problema para que el agricultor se decida a sembrarlos es su escasa rentabilidad, debido principalmente a dos causas: por un lado la falta de productos fitosanitarios registrados para el control de malezas, enfermedades y plagas; por el otro, la escasez de nuevas variedades comerciales que incorporen un buen nivel de productividad; en definitiva: son poco rentables.

Esta escasa rentabilidad, derivada de la reducida superficie que se dedica a estos cultivos en España, es lo que ha provocado que, hasta el momento, las investigaciones sean poco atractivas para las empresas privadas y gran parte de los esfuerzos en mejora genética se hayan realizado en centros públicos como las Universidades (Córdoba, Lleida, etc.) el CSIC (I.A.S, I.N.I.A, Misión Biológica de Galicia, etc.) y los Institutos autonómicos de investigación agraria (IFAPA, ITACyL, IMIDRA, etc.). De hecho, Solís comenta que en el sector privado se invierte en leguminosas entre un 3% y un 5% de lo que se destina a la obtención de nuevas variedades de cereal.

A pesar de ello, añade, hay varias empresas, asociadas a ANOVE (Asociación Nacional de Obtentores Vegetales), que investigan en nuevos tipos de leguminosas para grano y para forrajes. Por una parte, están las filiales españolas de empresas europeas como Limagrain, RAGT, Florimond Desprez, KWS, etc., que aprovechan su dimensión continental para financiar programas de mejora en las principales especies proteaginosas como son el guisante, la soja o las habas. La especie con mayor consumo de semillas certificadas es el guisante proteaginoso, con más de 12.000 toneladas al año, y eso hace que haya producción de más de 30 variedades diferentes en nuestro país y una renovación varietal dinámica, que es a lo que están acostumbrados los agricultores con otros cultivos como el cereal y de lo que adolecen las especies de leguminosas en general.

También españolas.

A nivel nacional la empresa Semillas Batlle dispone programas de selección de nuevas variedades de las principales leguminosas para grano (habas, guisantes, garbanzos, etc.) y para forraje (vezas, alfalfa, tréboles, etc.) y recientemente la empresa andaluza Agrovegetal también se ha incorporado a esta actividad con programas de mejora en garbanzo, guisantes y habas, en colaboración con centros públicos como el IFAPA y la Universidad de Córdoba. Solís deja claro que, teniendo en cuenta el retorno que tienen estos gastos, en Batlle y Agrovegetal «se está invirtiendo por encima de lo razonable». Pero lo justifica en que cree que, en los próximos años, el mercado va a crecer mucho. Según cuenta, en esta última campaña de siembras 2022 se ha notado un importante incremento de la demanda de semillas certificadas de estas especies, hasta el punto de que ha habido más demanda que oferta, lo que sin duda conllevará una potenciación de la actividad investigadora por parte de las empresas privadas involucradas en la obtención de nuevas variedades.

Hasta ahora el proceso ha sido lento. Solís explica que en una década solo han conseguido sacar un par de variedades al mercado. Lo compara con la cantera de un equipo de fútbol, en la que entran cientos de niños pero de la que solo salen unos pocos jugadores profesionales porque la mayoría se van quedando por el camino. Pero también confía en que, a partir de ahora, el proceso se acelere, y más con el empujón que va a dar la nueva PAC con la obligatoriedad de la rotación en los cultivos.