Rioja, Ribera del Duero y La Mancha son las tres denominaciones de origen más potentes de España, tanto por volumen de producción y extensión como por nombre, igual en el extranjero como dentro de nuestras fronteras, por lo que son una buena referencia para hacerse una idea de cómo viene la vendimia este año. La campaña ha sido extraña, como en todas las producciones. Los insumos se han encarecido mucho, la Guerra en Ucrania ha afectado de variadas y a veces inesperadas maneras y el clima ha hecho de las suyas con unos vaivenes que el viñedo, en general, está soportando algo mejor que otros cultivos. Más allá de las zonas donde las heladas o el pedrisco hayan hecho daño, el calor y la sequía se han sobrellevado con relativa solvencia, incluso en las parcelas que no son de regadío.

La idea general es que la cosecha se está adelantando, pero la realidad es algo diferente, según apunta a Cultum Alberto Tobes, director de Experimentación y Ensayo del Consejo Regulador de Ribera del Duero. «Es cierto que algunas variedades, las blancas más tempranas, se han adelantado un poco. Pero también es cierto que son uvas que se recogen, en general, en un punto de maduración diferente a la tinta y el clima de este verano sí ha podido hacer que se adelanten unos días. Aquí en La Ribera, la blanca que hay no es especialmente temprana y la tinta no parece que vaya a adelantarse nada, calculamos que las fechas serán más o menos coincidentes con otros años si el clima es más o menos normal de aquí a un mes. Imagino que en otras denominaciones está pasando algo similar», comenta.

Explica que la falta de agua y el calor excesivo, de hecho, ralentizan el ciclo de la planta. «En parcelas de regadío, que en Ribera del Duero representan menos del 10% del total, puede que se adelante algo la uva tinta, pero en las de secano se comenzará a vendimiar, previsiblemente, a finales de septiembre, como casi siempre, para tener el pico más alto hacia El Pilar o un poco antes; nada fuera de lo normal».

Lo que sí se prevé es un descenso en el rendimiento respecto a años anteriores, pero eso todavía puede cambiar. En La Mancha, donde ya están en plena cosecha, será difícil, pero en otros lugares como Rioja o Ribera, en los que aún quedan semanas para recoger el grueso de la producción, todavía puede aumentar el tamaño y el peso de la baya. El año pasado, explica Tobes, «cayó en La Ribera una tormenta generosa a primeros de septiembre y las uvas incrementaron su peso en más de un 10% de golpe, que es un porcentaje muy importante». Y es que la falta de lluvias ha provocado que el fruto no coja gran tamaño, pero aún hay tiempo para que el clima lo compense.

En Rioja, el Consejo Regulador habla de adelanto, pero poco acusado y no igual en todas las zonas. El organismo explica que «para la zona de Rioja Oriental el adelanto en las variedades Garnacha y Graciano es más reducido que en la variedad Tempranillo, situándose en una semana aproximadamente. Por su parte, en la zona centro de Rioja Alavesa y Rioja Alta, el adelanto no es tan acusado; los primeros datos hablan de un adelanto de entre siete y cinco días en ambos casos, si se compara con la campaña del año anterior». Asimismo, se observa en Rioja Oriental que «las variedades blancas precoces están en situación de vendimia y, algunas parcelas de Tempranillo, aproximándose a vendimia».

En lo que no hay duda es en que este año la uva va a ser de gran calidad si nada lo estropea (el maldito clima, que igual puede dar que quitar). La sequedad del verano ha impedido la proliferación de los hongos, causantes de las enfermedades más problemáticas para los viticultores. La temida botritis de momento está desaparecida y el estado sanitario de plantas y frutos es óptimo. El problema podría venir por un hipotético exceso de lluvias que hicieran aumentar los niveles de humedad; aunque también es cierto que esa humedad, si no va acompañada de temperaturas suaves (en Rioja y Ribera es normal que comience a refrescar por estas fechas), tampoco se lo pone tan fácil a estos patógenos. Algún pedrisco inesperado también podría causar problemas, pero esos episodios, desafortunadamente, son imprevisibles e inevitables

El caso es que la vendimia acaba de empezar allí donde ha empezado y todavía quedan unas semanas para que se generalice en muchas zonas. Con un producción algo mermada por el calor y la sequía, aunque aún pendiente de posibles lluvias que la aumenten en determinadas zonas, y una calidad del fruto que califican de excelente, parece que el viñedo puede ser una de las ramas agrícolas que mejor sorteen este verano tan caluroso y seco. De todos modos, como sentencia Alberto Tobes: «Aún queda tiempo y las cosas pueden cambiar mucho. A mediados de octubre ya podremos empezar a dar datos sin equivocarnos», dice con ironía.

Cuatro décadas de denominación.

El 21 de julio de 1982, por orden del Ministerio de Agricultura, se aprobó el primer reglamento y se constituyeron, formalmente, la Denominación de Origen Ribera del Duero y su Consejo Regulador. Aquella decena de bodegas fundadoras de 1982 eran 27 en 1985. En 1990 ya eran 42 bodegas. El año 2000 se inauguró con 126 adscritas. En 2010 se llegó a las 250. Y, en la actualidad, cuarenta años después, Ribera del Duero agrupa la cifra de 307. Y todo nació con un proyecto, un sueño, un deseo de un grupo de viticultores y cooperativistas, gentes de entorno rural que vivían por y para el viñedo. Convencidos del potencial de la uva que cultivaban y de la calidad de los litros de vino que elaboraban en primitivas infraestructuras, decidieron mover los hilos necesarios, tocar las puertas que hiciera falta, para constituir una marca de calidad que ha llevado por todo el mundo el nombre de la comarca y hoy es motor económico y social para muchos pueblos de Soria, Segovia, Valladolid y Burgos.