Bruselas, una ciudad fantasma

AGENCIAS
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El Gobierno eleva al máximo el nivel de alerta, a la vez que despliega a centenares de agentes para 'peinar' tanto la capital como la región y evacúa puestos clave, como una central nuclear

Bélgica se convirtió ayer en un país inaccesible y su capital, Bruselas, en una ciudad fantasma después de que los atentados contra el aeropuerto y la red de metro a primera hora de la mañana, en los que murieron 34 personas, sumieran en el caos al corazón de Europa.

Las autoridades esperaban que algo así pudiera ocurrir desde que París se convirtiera en foco de la violencia yihadista el pasado 13 de noviembre y, más aún, tras el arresto del principal sospechoso y autor material de aquella masacre, Salah Abdeslam, en el barrio bruselense de Molenbeek. Confirmadas las peores sospechas y envuelto el país en la confusión que produce una situación de este calibre, el Gobierno declaraba ayer la situación de emergencia, por lo que el Gabinete elevó el nivel de alerta en todo el territorio nacional hasta cuatro, su máximo, una condición que se revisará hoy, según el primer ministro de Bélgica, Charles Michel.

Durante la jornada de ayer permanecieron cerradas las fronteras con Francia y la posibilidad de salir de la ciudad se producía con cuentagotas, ya que hasta bien entrada la tarde, no se reanudó parcialmente el tráfico de trenes, con largas colas en algunas estaciones y el llamamiento de la compañía SNCB de evitar en lo posible viajar a la capital.

El metro, por su parte, permaneció sin servicio durante la tarde y, según confirmó el Centro de Crisis, no se reabriría en todo la jornada. El aeropuerto permanecerá cerrado sin embargo al menos hasta mañana, con lo que los vuelos con salida o destino Zaventem han sido desviados a los regionales de Charleroi y de Lieja, así como a otros aeródromos internacionales vecinos.

Las autoridades reclamaron a todos los ciudadanos que permanecieran «donde estén». El primer ministro pidió a la población «calma y solidaridad», al tiempo que subrayó que «la prioridad es tratar a las víctimas».

«Lo que temíamos, ha ocurrido», afirmó Michel en una conferencia de prensa, en la que explicó que se han tomado medidas de seguridad adicionales, como el despliegue de 300 efectivos militares para el refuerzo del control en las fronteras y restricciones para el transporte público.

También se aconsejó a la población que no sobrecargue internet y que limite la visualización de vídeos o música en streaming, y que no viaje a Bruselas, ni dé noticias a través de las redes sociales o de mensajes de móvil con el fin de no saturar las líneas telefónicas.

En la capital, además, se evacuó también la Torre de Midi, el mayor rascacielos de la ciudad y que alberga la sede central de la oficina nacional de pensiones, después de que se encontrara dos paquetes sospechosos en un aparcamiento subterráneo.

Otro paquete dudoso llegó a la prisión de Brujas, donde está detenido Abdeslam, pero finalmente resultó ser una falsa alarma.

Paralizados. Las autoridades también vetaron el paso por el túnel que atraviesa el barrio comunitario y que termina en la calle de la Loi, en que se ubican edificios de las instituciones europeas y también de los diferentes ministerios belgas.

En las instituciones la UE, así como en otros edificios cercanos de oficinas, las autoridades aconsejaron que los empleados no salieran de ellos, ya que si lo hacían no podrán regresar.

Por otro lado, la central nuclear de Tihange también se puso en el foco de vigilancia y fue evacuada. Tanto la Policía como el Ejército acudieron al lugar por su peligro potencial en caso de ataque en el marco de las redadas que las Fuerzas de Seguridad llevaron a cabo tanto en la capital belga como en varios puntos de la región a la que pertenece Bruselas.