Feijóo, un líder por aclamación

Pilar Cernuda
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El presidente de la Xunta de Galicia será casi con total seguridad el próximo jefe del bloque conservador después del acuerdo al que llegó con Pablo Casado, y que luego refrendaron los 'barones' regionales

El dirigente orensano tiene 60 años y lleva tres décadas en diferentes Administraciones públicas. - Foto: Alberto Ortega (EP)

No será presidente del PP hasta que lo avale el congreso del partido el próximo 3 de abril, pero nadie duda que Alberto Núñez Feijóo resultará elegido. Si no por aclamación, sí por una inmensa mayoría de votos. En el Gobierno ya se le considera líder de la oposición.

Cuenta el político conservador con una biografía conocida porque lleva en el servicio público más de 30 años. Como tantos gallegos fue primero boina y después birrete, primero aldeano y después urbanita con estudios superiores. Niño de aldea. De Os Peares, al norte de Orense. Luego vinieron los estudios y su primer cargo importante de Romay Beccaria, que cuando fue ministro lo llevó a Madrid como director del Insalud, el instituto público de Salud. Ahí se fogueó en el trabajo del Ejecutivo y en la vida madrileña de navajazos políticos. Álvarez Cascos lo nombró director de Correos, no aceptó ser consejero del Gobierno de Madrid con Esperanza Aguirre y regresó a Galicia de la mano de Fraga. Primero vicepresidente y después presidente. 

Cuatro mayorías absolutas, un récord en una España en la que la aparición de nuevos partidos lo hacía imposible. Pero su marca es muy potente, más que la del PP. 

La clave de su éxito radica en que es un buen gestor y ha sabido rodearse de un gran equipo. Ahí destaca Alfonso Rueda, vicepresidente de la Xunta desde hace 10 años y delfín. No obstante, cuando parecía que el orensano abandonaría el Ejecutivo regional para presentar su candidatura a dirigir el PP nacional tras la moción de censura a Rajoy, una de las razones que le empujaron a no dar el paso fue que aparecieron varios candidatos alternativos a Rueda. Otra fue que el expresidente del Gobierno no le animó a dar el paso, y parecía claro que se decantaba por Soraya Sáenz de Santamaría. 

Con la que fuera número dos de su paisano nunca tuvo una buena relación Feijóo. En su círculo la hacen responsable de que saliera todo lo relacionado con el caso Dorado, el narcotraficante que mantenía cierta relación de amistad con él. La fotografía de los dos en la cubierta del barco de Dorado fue utilizada por los adversarios del popular para intentar tumbar su carrera política. La madrileña aseguró por pasiva y por activa que no tenía nada que ver con aquella operación, aunque ese entorno vinculaba la fotografía con el CNI... que en aquel momento dependía de la vicepresidenta. Cuando se celebraron las primarias, que Soraya ganó en primera vuelta, y perdió en la segunda al sumar sus fuerzas Cospedal y Casado, el PP gallego apoyó esta última opción, siendo decisivo para el triunfo del palentino.

Feijóo, después de ese conato de presentar su candidatura para liderar Génova, había descartado dar el salto a la política nacional. Se sentía bien en la Xunta, el balance de su gestión lo reconocen incluso sus adversarios políticos, y ha abordado con éxito el reto de afrontar una pandemia que ha asolado a toda España y en la que Galicia presenta unas cifras mejores que la mayoría de las regiones. 

Gestión de la pandemia

Lo primero que hizo cuando llegó la primera ola fue reunir a los gerentes de los hospitales para que les expusieran sus puntos de vista sobre cómo abordar la lucha contra el coronavirus, y les pidió una lista de las necesidades más urgentes. Con esta en la mano, empezó la búsqueda en el mercado internacional, con poco éxito. Acudió al empresario Amancio Ortega, que puso a disposición de la Xunta los medios que pudo aportar para la compra del material sanitario y los aviones para transportarlos hasta España. Fue uno de sus últimos logros. 

Es indudable que su gestión de la crisis le hizo apuntarse tantos. Más ahora cuando estaba en juego el futuro del PP tras la grave crisis provocada por la animadversión casi unánime hacia el exsecretario general Teodoro García Egea, con la gota última que rebasaba cualquier vaso de paciencia, con la maniobra para descalificar a la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso y tratar de buscarle posibles operaciones delictivas para desalojarla del Gobierno regional.

Una vez tomada la decisión por la mayoría de los barones para hacer dimitir a Casado y Egea, todos los ojos giraron hacia Feijóo.

Desde el primer momento se sumó al clamor para exigir la dimisión del murciano, aunque al principio no confirmó su disposición a presentarse como candidato a presidir el partido. Hasta que fue necesario anunciar que no rechazaba esa posibilidad, pues solo así se podría movilizar la formación para provocar la salida del polémico político. La historia es conocida: la reunión de la directiva que se pronunció mayoritariamente a favor del relevo del todavía presidente del PP, la dimisión de Egea, la reunión de Casado con los barones que de forma unánime le pidieron su dimisión y la convocatoria de la Junta Directiva Nacional el próximo martes para que anuncie el congreso extraordinario para el relevo.

Antes de la cita del pasado miércoles, Casado mantuvo un largo encuentro con Feijóo en Génova. El primero aceptó la renuncia, pero pidió una salida digna. Iniciada la reunión con el resto de dirigentes regionales, todos se pronunciaron a favor de la dimisión inmediata. El gallego habló el último y logró la unanimidad: el castellano y leonés lo dejaba y se comprometía a no presentar candidatura, y a cambio se le permitía continuar como presidente del PP hasta el congreso extraordinario. 

El círculo íntimo de Casado ha quedado muy reducido, apenas tres personas. Su última intervención en la Cámara Baja pone fin a su etapa parlamentaria, este fin de semana prepara su discurso ante la Junta Directiva Nacional y en el congreso de abril se despedirá.

Y será elegido Feijóo. De hecho, ha designado a dos personas para preparar esta etapa, que durará un mes: la portavoz parlamentaria Cuca Gamarra y el eurodiputado Esteban González Pons.

La idea del gallego es renovar la formación pero sin hacer sangre. Es probable que cuente con miembros del equipo de Casado, de la Xunta, así como de históricos que fueron apartados por el palentino.

Varias responsabilidades

Su vida gallega importa, y más su vida familiar. Es posible que durante un tiempo compagine su nueva responsabilidad como presidente popular con las que tiene como jefe del Gobierno gallego, y viva a caballo entre Santiago y Madrid hasta que se vayan encajando las piezas.

A los 60 años, cuando pensaba que su vida política ya estaba iniciando su recta final, se ve obligado a asumir un reto que, espera, le conduzca a la meta: conseguir que el PP vuelva a ser visto como un partido de Gobierno, con respaldo suficiente para llegar nuevamente a La Moncloa. Con Alberto Núñez Feijóo como presidente.