Las víctimas olvidadas

Carlos Expósito (EFE)
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Luz Marina revive 10 años después cómo fue hacerse cargo de los dos hijos de su hermana, tras ser asesinada por su exmarido delante de los niños cuando salía de casa para ir a trabajar

Las víctimas olvidadas

El 20 de febrero de 2013, la hermana de Luz Marina fue asesinada por su exmarido cuando salía de casa para ir a trabajar, y lo hizo delante de sus hijos, de cinco y ocho años, y de la abuela de los pequeños. Luz Marina, que ya tenía tres niños, se tuvo que hacer cargo, junto con su hermano, de sus sobrinos, las víctimas más olvidadas de una violencia machista que no suele salir en los medios y que es también la más dolorosa.

«No puede ser verdad, yo esto lo vi en la tele, no me puede estar pasando a mí», fue lo primero en lo que pensó Luz Marina cuando le comunicaron el fallecimiento de su hermana y confiesa que los primeros momentos tras el asesinato de su familiar fueron «muy complicados» porque «te llega por sorpresa». Así, además de cuidar de sus tres hijos, por entonces dos mellizos de cinco años y otro de 12, tuvo que responsabilizarse de sus sobrinos.

Recuerda cómo nada más ocurrir los hechos, los niños se quedaron al lado de la ventana «para mirar si su padre venía o no». Hasta que llegaron los psicólogos.

La gente se «olvida» de quienes también son víctimas de la violencia machista: de los niños que han perdido a sus dos figuras centrales, y de las familias que se hacen cargo de ellos, reitera Luz Marina.

«Luchas para que puedan salir adelante, pero además tienes que hacerte cargo de todo hasta que lo cubra el seguro», explica al recordar los trámites y el papeleo que tuvo que hacer después de la muerte de su hermana. La mayoría piensa que, cuando ocurre algo como esto, llega inmediatamente la indemnización y la ayuda, pero «no es así», añade. «Tienes que hacerte cargo inmediatamente de la hipoteca o del coche, porque hasta los ocho meses el seguro no te cubre nada», precisa.

Por ello, recalca que muchas familias que pasan por esta situación se ven «desbordadas» e, incluso, tienen que pedir «préstamos» para mantener a esos huérfanos.

Diez años después, Luz Marina cuenta que entre semana apenas tiene tiempo para ella. Está «todo el día con los chiquillos de arriba para abajo», dice. Y el dolor por la muerte de su hermana permanece. «Es para toda la vida», destaca.

«Algunos creen que pasa y ya nos olvidamos, pero la verdad es que tienes que convivir con la rabia y el dolor, tirar de tus sobrinos y de tu madre», continúa antes de asegurar que el daño psicológico que sufre la abuela de los niños es como una «cadena perpetua».