El sur de la Comunidad foral está siendo testigo de las temperaturas extremas con la consecución de varias olas de calor. Sin tregua, ni respiro, el mercurio no desciende, se mantiene rozando los cuarenta grados.  Por eso,  las frutas y las verduras tan características de La Ribera comienzan a resentirse. La ausencia de precipitaciones y la sequedad del terreno está afectando a los cultivos de regadio. Los agricultores aseguran que "con este clima ahora tenemos que regar cada dos o tres días, mientras que en veranos anteriores lo hacíamos cada cinco días".

Las personas que regentan estos cultivos reconocen que "el calor está haciendo que el fruto se desprenda de la rama, la gran mayoría termina en el suelo, una situación que se repite en el olivo y la vid". Asimismo, admiten que "este cambio de la climatología está impactando de lleno en la calidad del producto, madura antes de lo previsto y el fruto no crece".