El peligro de cerrar el cielo

Agencias
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Occidente se niega a recoger el guante de Zelenski para establecer una zona de exclusión aérea en Ucrania ante el temor de que el conflicto escale hacia una Tercera Guerra Mundial

Pese a las continuas demandas del presidente ucraniano, Volodomir Zelenski, para que se instaure una zona de exclusión aérea en Ucrania que pueda poner fin a los incesantes bombardeos rusos de las ciudades, tanto Estados Unidos como el resto de los países de la Alianza Atlántica han rechazado tal posibilidad por el riesgo de escalada militar que ello conllevaría. Un paso que podría «extender el conflicto a una Tercera Guerra Mundial».

Así lo advirtió hace unas semanas el Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, quien defendió que el bloque comunitario está haciendo todo lo posible «desde la perspectiva militar, contribuyendo a facilitar la resistencia de los ucranianos con material de defensa».

En su opinión, Europa se está moviendo dentro de los límites, no solo con su apoyo con armamento, sino también con la implantación de numerosas sanciones y la presión diplomática sobre Rusia para aislarla del mundo. Eso sí, sin entrar en una situación de beligerancia, algo que podría saltar por los aires en caso de que la comunidad internacional decidiera restringir los vuelos dentro de Ucrania.

La estrategia de la zona de exclusión aérea es un concepto relativamente moderno, que empezó a aplicarse en la década de 1990, tras el final de la Guerra Fría, y que se ha ido desarrollando con los años en paralelo al avance tecnológico. Su objetivo es evitar que pasen a través de la región decretada las aeronaves a las que se prohíbe el acceso y para ponerla en marcha es necesario el uso de medios militares, como sistemas de vigilancia, satélites, radares, defensas antiaéreas y aviones que neutralicen a los aparatos que ingresen indebidamente en el área restringida.

Su establecimiento puede ser ordenado de manera voluntaria por las autoridades de un país con el fin de proteger zonas sensibles, pero en el orden militar su implantación responde a la dinámica de un conflicto bélico y actúa de manera similar a un área desmilitarizada en la superficie terrestre.

En suma, si la Alianza Atlántica decidiera ordenar una zona de exclusión aérea sobre Ucrania, tendría que interceptar cualquier avión o aparato ruso que la sobrevolara, lo que aumentaría el riesgo de que el conflicto se globalizara.

No obstante, Zelenski se ha mantenido firme desde el principio: «Si los países occidentales están unidos contra el nazismo y contra este terror, deben cerrar el espacio aéreo de Ucrania. No esperen a que yo se lo pida tantas veces, millones de veces. Cierren el cielo». Pero no ha habido respuesta positiva por parte de Occidente.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, señaló en su momento que la decisión de no aceptar dicha petición fue «dolorosa», pero lo que busca con ello es evitar una «guerra total» con el Kremlin. «Supone una confrontación directa entre las capacidades aéreas de la OTAN y las de Rusia. Esto intensificará de forma significativa la guerra en Ucrania. Pero también, por supuesto, arriesga una guerra total en Europa, con los miembros de la Alianza», explicó Stoltenberg.

 

EEUU, en contra

La cuestión volvió a ponerse sobre la mesa con la iniciativa polaca de trasladar aviones MIG-29 a las bases de EEUU en Alemania para que luego pudieran ser desplegados en la defensa aérea de Ucrania. Pero Washington zanjó la polémica suscitada con dicha propuesta con su negativa. Según afirmó la Casa Blanca, dicha transferencia de aeronaves podría ser tomada por Moscú como un paso «escalatorio» y resultar en «una reacción rusa significativa que podría aumentar las perspectivas de una escalada militar con la OTAN».