Rosario, su alma gemela

J.V (SPC)-Agencias
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Su hija es la digna heredera del arte de su madre en los escenarios, a la que considera su guía en todos los parámetros de su vida

Rosario, su alma gemela - Foto: EFE/ Javier Lizon

«Mi madre era el temperamento, el duende hecho carne, la fuerza, la libertad, la alegría de vivir, el cante, el baile y la creatividad». Así, directa y con ese exceso de sinceridad que la caracteriza, define Rosario a su madre, Lola Flores.

La pequeña de los Flores recuerda con cariño a su progenitora en todos los aspectos y aún hoy Lola, la Lola de España, sigue siendo su guía y su foco. «Encima era mi mamá. La que me besaba por las noches y se preocupaba por mí. Así que diferencio muy bien a mi madre mamá y a mi madre artista. Y las dos eran impresionantes, las dos tenían todos los atributos y todos los dones que se pueden dar en el cielo».

Todos coinciden en que es ella la que más se parece a La Faraona en el escenario y también la que ha heredado parte de su arte, como se describe en un reciente documental -LOLA-, en el que se entrevista a numerosos familiares, amigos, periodistas, investigadores y artistas actuales, como Rosalía o C Tangana.

Pero el año negro de Rosario fue 1995, cuando falleció su referencia y amiga y desapareció también su hermano Antonio, al que estaba muy unida. Tal era su vínculo que entre ambos se componían canciones. De hecho, fue él quien escribió casi todas las letras de su primer disco, De ley (1992)

La devastación fue tal que la joven artista tardó más de un año en recuperarse. Solo el nacimiento de su hija en 1996 de su breve relación con el argentino Carlos Orellana le devolvió la alegría. Le puso Lola, en recuerdo a su madre y desde entonces su hija es como si estuviese en conexión con la abuela.

Pero no es la única referencia familiar. Con Pedro Lazaga, al que conoció en el rodaje de Hable con ella (2002) tuvo a Pedro Antonio, nombre que puso en recuerdo al hermano y al padre de Rosario, que falleció en 1999.  Casualmente, el niño nació el 21 de enero del 2006, el mismo día que su abuela hubiera cumplido 83 años. El círculo se cierra, pero el talento en la familia González-Flores sigue vivo.

Trece años después de la muerte del icono inagotable del siglo XX, Rosario siempre tiene una palabra de agradecimiento a su progenitora: «Tuve una madre superespecial, que sigue viviendo, que es icono universal y que me da la fuerza día a día y la energía para cantar y bailar a toda la gente a quien admiro y que me siente».

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