Llega el segundo asalto

M.R.Y (SPC)
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Las legislativas escenificarán otro duelo entre Trump y Biden que podría impulsar al ala más derechista de los republicanos a dos años de que se celebren las presidenciales

Llega el segundo asalto

El fuego desatado tras las presidenciales de 2020 en Estados Unidos sigue todavía humeando. La denuncia de fraude electoral vertida por el perdedor de la cita, Donald Trump, encendió de tal manera a sus seguidores que llevaron a cabo, apenas dos meses después, un inédito asalto al Capitolio para evitar la confirmación de Joe Biden como nuevo jefe del Ejecutivo, que puso en jaque la democracia de la considerada primera potencia mundial.  Dos años después, ese edificio, sede del Poder Legislativo, escenificará el segundo asalto entre los entonces rivales. Porque, más allá de demócratas y republicanos, las elecciones que se celebrarán el próximo martes, conocidas como de medio mandato y en las que se decidirá la composición de la Cámara de Representantes y el Senado, serán otro pulso entre Biden y Trump, tal vez la antesala del que se espera que se vuelva a reproducir en 2024, cuando se decida, nuevamente, al próximo inquilino de la Casa Blanca.

A diferencia de la cita de 2020, todo apunta a que en esta ocasión el triunfo será de los conservadores, cada vez más escorados hacia el ultranacionalismo liderado por el expresidente. Y es que estas elecciones tradicionalmente castigan al partido en el poder y dejan en manos de la oposición al presidente la potestad para aprobar o tumbar leyes.

Las elecciones de medio mandato, conocidas en inglés como midterms, llegan con un clima tremendamente polarizado y más abiertas que nunca. Y eso, teniendo en cuenta que el resultado que salió de los comicios anteriores ya fueron tremendamente ajustados: la Cámara de Representantes está actualmente en manos de los demócratas -con 220 de los 435 escaños- y en el Senado hay un empate de 100 representantes de cada bando. En este órgano, el voto de desempate está en manos del vicepresidente del país -en este caso, de la vicepresidenta, Kamala Harris-, lo que decanta la balanza a favor de los liberales. Quienes previsiblemente perderán, al menos, una de las dos instituciones.

Las encuestas solo coinciden en que la caída de la popularidad de Biden lastrará, sin duda, a su partido. Un hecho al que hay que sumar el cada vez mayor apoyo en las filas republicanas a Trump, después de que el exmandatario viviese unos meses desahuciado por su propio partido tras el asalto al Capitolio. En cuanto a posibles resultados, todo sigue muy abierto, más teniendo en cuenta que hay varios estados donde no hay nada decidido. Al igual que en las presidenciales, algunos territorios como Georgia, Pensilvania, Arizona o Nevada no tienen una tendencia claramente definida. Y, por eso, tanto Trump como Biden -incluso el expresidente Barack Obama- han intensificado sus esfuerzos en los días finales de la campaña para tratar de movilizar al electorado en una decena de estados.

Según los últimos sondeos, el partido de Biden tiene hasta un 67 por ciento de posibilidades de mantener el Senado -aunque algunos le dan una derrota-. En lo que todos parecen ponerse de acuerdo es en que los republicanos recuperarán el control de la Cámara de Representantes, con una mayoría que podría suponer hasta un 70 por ciento. De ser así, los demócratas perderían capacidad para promover algunas de las medidas que el Gobierno ha prometido impulsar, como consagrar con una ley federal el derecho al aborto o introducir nuevos controles a la venta de armas de asalto.

En caso de que la formación liberal acabe perdiendo también el Senado, la gobernabilidad de EEUU se antojará complicada. Biden estaría abocado a centrarse en temas que no dependan tanto del aval del Congreso -como leyes sociales o financieras- y apostar, por ejemplo, por medidas de política exterior. O recurrir a la herramienta del veto o el decreto ley que, sin duda, tensaría aún más un clima encendido desde hace años.

Además, si los republicanos se hacen con sendas instituciones, no solo conseguirán un poder en las decisiones del futuro del país, sino que podrían, incluso, tumbar la investigación abierta en el Congreso contra Trump por el asalto al Capitolio en 2021. 

Sería, por tanto, un triunfo rotundo, no para los conservadores, sino para el exmandatario, que vería en esta situación una rampa de salida a su postulación para las presidenciales de 2024, a las que también pretende concurrir un Biden que podría ver peligrado el legado con el que pretende optar a la reelección. Será entonces cuando, previsiblemente, se produzca el tercer duelo entre ambos. Pero para entonces, la situación puede haber cambiado por completo.