El actor Javier Cámara (Logroño 1967) sigue en racha, tras ganar en el año 2014 el Goya a Mejor Actor Protagonista por su papel en Vivir es fácil con los ojos cerrados, el pasado mes de septiembre conseguía, en el Festival de San Sebastián, la Concha de Plata como Mejor Intérprete. Lo lograba ex aequo con el argentino Ricardo Darín por su trabajo en el drama Truman. Un filme conmovedor, que acaba de estrenarse en nuestras salas, y que narra el reencuentro, durante cuatro días, de dos colegas, uno de ellos enfermo de un cáncer terminal.
En Truman, usted es el amigo-espectador que es testigo de la valentía de un compañero del alma. ¿Le ha resultado muy complicado encarnar a uno de los protagonistas de esta película en la que se calla más que se habla?
No, no ha sido uno de los trabajos más difíciles, fue un auténtico disfrute. Al contrario, lo hemos pasado muy divertido en el rodaje de este filme que sé que a la gente le está emocionando porque, aunque contiene humor, es un drama. El director, Cesc Gay, al principio, nos decía que era una comedia y nos carcajeábamos. Ricardo Darín no solo es buen intérprete, sino un buen generador de clima, de ambiente de trabajo. Yo cuando vi lo que hacía, me dije, esto me lo apunto.
Acláreme, ¿cómo genera ese buen ambiente Ricardo Darín?
Lo que se espera de él es que sea muy profesional, muy serio y que, con su sola presencia, transforme una película. Tanto es así que Ricardo, junto con Dani Rovira, son de las pocas personas que actualmente pueden llevar el público a las salas de cine. Pero, además, transmite buen rollo, consigue relajar a la gente. Se hace amigo del último miembro del equipo para que sepa que todo tiene que ser fácil. Es partícipe de un grupo, nunca actúa como una estrella.
Intuyo, entonces, que trabajar junto a él favoreció el resultado final de su interpretación.
Al comienzo, hay una escena clave, cuando Tomás, acompaña a Julián a la consulta del médico e intenta convencerle de que siga el tratamiento oncológico y el enfermo responde que, en ese asunto, no tiene baza, porque acaba de llegar de Canadá y no sabe lo que ha pasado en ese año de lucha. Que lo único que espera de él es que le acompañe durante esos cuatro días de visita. A partir de ese instante, el conflicto de mi papel se acaba y yo le pregunté a Cesc Gay, el director: ¿qué hago?, a lo que me respondió, «interpreta como que eres alguien que quiere salir corriendo, no deseas estar ahí, quieres mucho a tu amigo, pero no vienes a hablar». Y entonces, le dije, «gracias, me has salvado la vida, tengo la agarradera». Porque Cesc me lo dejo claro: «la película la cuento a través de ti, de tu personaje callado».
¿Hasta qué punto se sintió identificado con su rol?
Me encanta que la cinta sea muy respetuosa, porque cuenta una historia universal que nos va a ocurrir a todos. Todos vamos a tener nuestra propia experiencia ante la muerte o, ya la hemos tenido, gente que se ha despedido de forma más digna, más cobarde, no lo sabemos. A mí me gusta como se narra la vida de ese tipo valiente que se enfrenta a la muerte. ¿Con qué me quedo? Que ojalá tenga un amigo así cuando me ocurra esto, qué ojalá me comporte así y sepa acompañar. Hubo momentos que nos hartamos de llorar, me he sentido muy desnudo en esta historia, gracias a los duelos interpretativos con Ricardo Darin, un intérprete tan vivo.
Truman se ha estrenado antes en Argentina que en España y ha tenido una gran aceptación. ¿Le gustaría trabajar allí?
Se trata para mí de un lugar mítico, como Sildavia o Xanadú, porque solo la conozco por amigos, por reverencia actoral. Me han invitado multitud de veces a visitar el país y nunca he podido ir, nunca he bajado de Paraguay. Por ello, mi energía, para el año que viene, la estoy poniendo en centrarme en trabajar en Argentina en lo que quieran, con el suficiente tiempo para conocer el país.
¿Qué diría a los espectadores que les frene que Truman tiene como protagonista a un enfermo de cáncer terminal?
Les diría que es una película con un argumento centrado en la amistad. El gran Billy Wilder incluía al comienzo de sus comedias unos graves conflictos personales, en el caso de El Apartamento, donde una joven se quiere suicidar. Uno necesita un conflicto extremo para hablar de otros temas más vitales. Esta película trata sobre la amistad y sobre que ojalá todos tuviéramos buenos amigos en nuestra vida que nos hicieran pasar los momentos difíciles de la forma más fácil.