Preparado para volver

M.R.Y. (SPC)
-

Lula da Silva comienza a mover ficha para presentarse a las presidenciales de 2022, en las que todo apunta a que arrasará

El exmandatario fue inhabilitado en 2008, pero recuperó el pasado marzo sus derechos políticos al ser anuladas las causas judiciales en su contra - Foto: Julien de Rosa

Queda todavía algo menos de un año y medio para que Brasil celebre elecciones presidenciales -están previstas para octubre de 2022-, pero la crisis política que vive el gigante sudamericano ha obligado ya empezar a mover fichas sobre el tablero, en el que todo apunta a que habrá dos contendientes: el candidato a la reelección, el ultraderechista Jair Bolsonaro, y el exmandatario socialista Luiz Inácio Lula da Silva.

Aunque ninguno de los dos se ha pronunciado aún sobre una posible postulación, ambos se perfilan como los aspirantes a dirigir el Gobierno de Brasilia en los próximos comicios, aunque uno con mejores previsiones que el otro.

Y es que el más que previsible regreso de Lula sería todo un éxito, después de una temporada caído en desgracia, inhabilitado y encarcelado -salió de prisión en 2019 tras pasar 580 sin libertad- por varias causas judiciales que fueron anuladas por el Tribunal Supremo el pasado mes de marzo. Desde entonces, el exlíder sindicalista no tiene cargos en su contra -a la espera de que se reinicien los juicios- y recuperó sus derechos políticos, anulados en 2018 tras ser condenado en segunda instancia por corrupción, lo que le impidió ser candidato en las elecciones de ese año, que acabó ganando Bolsonaro, cuya popularidad ha ido en picado desde su llegada al Gobierno.

Según los últimos sondeos, el exmandatario ganaría con holgura en la primera vuelta de los comicios, con un 41 por ciento, y se impondría en la segunda con más del 55 por ciento. En caso de que fuera un duelo final con Bolsonaro, el ultraderechista no alcanzaría el 30 por ciento de los votos.

El expresidente ya se deja querer y hace apenas unos días aseguró que «no dudará» en presentarse a los comicios si es el «favorito para ganarlas» y tiene «salud» para poder gobernar -tiene 75 años-.

«Si estoy el mejor colocado para ganar y tengo buena salud, no lo dudaré. Creo que fui un buen presidente, tejí sólidos lazos con Europa, Sudamérica, África, Estados Unidos, China, Rusia... Durante mi mandato, Brasil se convirtió en un actor mundial de envergadura», subrayó.

Nueva oportunidad

Lejos parecen quedar sus problemas con la Justicia o la debacle sufrida por el Partido de los Trabajadores (PT) en las últimas presidenciales, en las que Fernando Haddad no pudo plantar cara a Bolsonaro. El regreso de Lula se ve como una nueva oportunidad para que el país recupere la senda del crecimiento, de la política social y de las relaciones internacionales.

Consciente del tirón que pueda tener su regreso a la primera línea política casi una década después de dejar el cargo, el exmandatario ya tiene preparada una gira por el país cuando amaine la pandemia para recuperar el apoyo entre las clases más desfavorecidas, que se antojan clave en el resultado de los comicios del próximo año.

Enfrente, todo apunta a Bolsonaro, quien, lejos de cumplir con su promesa de acabar con la corrupción en Brasil, ha levantado aún más críticas, con varios de sus ministros cuestionando sus prácticas abusivas y con el Parlamento pendiente de someter al dirigente a un juicio político. «Solo Dios me puede sacar de la silla presidencial», asegura ante un posible impeachment.

Puede ser que el mandatario ultraderechista se haya convertido en su mayor enemigo, como ya sucediera con Donald Trump en Estados Unidos. Y, al igual que él, no hace autocrítica. «Mire, el que no esté contento conmigo, tiene ahí a Lula para 2022», respondió hace unos días a una mujer en plena calle. Todo apunta, por tanto, a que será un duelo entre ambos. Y que, sin duda, los descontentos con el ultraderechista acabarán apostando por su alternativa, que no es un cualquiera: es el hombre que llevó a Brasil a su época dorada.