Sutilmente influenciada por las raíces holandesas de Lisi Herrebrugh y Rushemy Botter, la colección Otoño Invierno 2020-21 aporta una nueva dimensión al patrimonio de Nina Ricci a través de un nuevo prisma pictórico.

A partir del esbozo de una silueta; la colección se declina en diversas facetas femeninas con atrevidas multi capas: un conjunto de elegantes caída enfatizado en la cintura y amenizado con el nuevo y gráfico sombrero icónico. Confeccionado con exquisitas líneas, el bolso de esta temporada se cuela, también, en este elegante armario.

Los colores se mezclan en tonos tierra y pastel, como si se vieran a través de la niebla invernal de una mañana en Holanda. Amplias angoras y ligeras organzas transforman el concepto en texturas, tejidos suaves casi esponjosos, y largos y fruncidos vestidos y faldas. Relucientes pieles, rasos y sedas técnicas se mudan a abrigos y vestidos de noche.

Desde el encaje al acolchado, pasando por plisados y capas, y desde las rayas a las flores, la rica gama de ornamentos es un tributo al estilo más tradicional. Igual que lo son las capas y el kraplap -con hombros cubiertos decorados- revisitados en esta ocasión en elegantes trenchs con canesús y chaquetas estilo spencer deliberadamente cortas.

Temporada tras temporada, se incorporan nuevos niveles narrativos mientras la filosofía de base se mantiene: introducir la dosis adecuada de modernidad a los códigos de sofisticación y poesía de la Maison Nina Ricci.