"Las grandes pasiones se evidencian en los grandes conflictos"

María Albilla (SPC)
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"Las grandes pasiones se evidencian en los grandes conflictos"

Si no les suena el nombre de Mayte Uceda, recuérdenlo porque ha llegado a la primera línea de la literatura para quedarse. Su cuarta y más ambiciosa novela, El guardián de la marea (Planeta), recupera una época tan apasionante como fue el período de entreguerras del siglo pasado para desarrollar en torno a las islas de Las Palmas y Cuba una historia de amor de las que se agarran al corazón. Quien le eche un poco de imaginación podrá ver al vapor Valbanera a punto de zarpar rumbo a La Habana e incluso poner cara a los personajes, como si en una película estuviera...

Este es su proyecto más ambicioso, ¿qué espera de él?

Espero que los lectores sientan que han hecho un viaje emocional, que es lo que más me preocupa. Me gusta que mis historias contengan los valores universales del ser humano. Quiero que el lector pase por todos esos altibajos emocionales enmarcados en un contexto histórico real.

Sus dos primeras novelas fueron autoeditadas. ¿Cómo se lanzó?

Es un proceso que disfruté muchísimo porque tienes todo el control sobre el libro. Desde la portada a la maquetación o las correcciones. La segunda novela, Amazon me la tradujo al alemán y al inglés y ahí ya empezó el contacto con el mundo editorial, pero fue una experiencia muy enriquecedora. Mi libro más leído hasta ahora ha sido ese, Un amor para Rebeca. Defiendo mucho la autoedición, es un sistema muy bonito de crear y de hacerlo a tu manera.

Qué bonito mensaje para todos los noveles que estén escribiendo ahora mismo, ¿no cree?

Es la mejor forma de testarte. Mi primera historia jamás la mandé a una editorial. Yo quería publicar y ver cómo me valoraban los lectores. Tuve suerte y una buena acogida.

Tuvo una vocación tardía por la escritura a la que llegó después de trabajar como informática...

Sí, fue algo que surgió. Nunca pensé que iba a ser escritora. Mi vocación era la música, tenía un grupo musical, Leyenda, y me encantaba hacer canciones. También hacía mucho diario personal; lo estuve haciendo más de 10 años. Y ahora la música... Toco la guitarra, pero cada vez menos porque no tengo tiempo.

Usted es asturiana, vive en Cudillero, y sin embargo ha montado una historia muy local centrada en Las Palmas y el bloqueo que sufrieron las islas Canarias después de la I Guerra Mundial. ¿Cómo desempolva este capítulo de la Historia?

Cuando descubrí el naufragio del Valbanera. Enseguida pensé que mi siguiente novela iba a ser sobre ese naufragio, quería recuperar la memoria de las víctimas. A raíz de ahí decidí situarla en Canarias y me encontré con ese contexto histórico, con el bloqueo naval a las islas después de la I Guerra Mundial, con la gripe española... Era imposible no reflejar todo aquello.

Lo que se puede hacer volar la imaginación en contextos tan duros -naufragios, epidemias, guerras- para que luego quede algo tan bello como una novela.

Las grandes pasiones, los grandes amores, se evidencian en los grandes conflictos.

Es que «el amor es la única felicidad de los pobres», dice usted...

¿Qué les queda si no? Amor en el sentido más amplio de la palabra.

Al final, esta es una novela romántica pura y dura.

El amor sí que es una constante en mis novelas, pero el resto de ingredientes que tiene esta no tanto.

Marcela Riverol es una mujer muy resiliente. ¿Es reflejo de las mujeres de la época?

Todas en aquella época lo eran, sí. Y ahora si nos ponen en situación de serlo, también. Pero estamos hechos de otra pasta. Hace un siglo el propio desarrollo personal te hacía duro porque el objetivo era sobrevivir. Hoy no se trata de sobrevivir, sino de tener bienestar personal y potenciarlo hasta donde se pueda.

 

Escribió la novela antes de nuestra pandemia, pero la repasó durante ella. ¿Cuántos paralelismos encontró en 100 años de diferencia?

Cuando estábamos confinados me dediqué a repasarla y a mejorarla y cuando leía la parte de la gripe sentía un extraña conexión con la época porque estaba sucediendo lo mismo y no me lo podía creer. La gente se moría igual, por mucho que ha avanzado la ciencia y la medicina. La naturaleza nos ha recordado que somos vulnerables y que nos puede poner contra las cuerdas.

 

¿Por qué cree que es importante recuperar la memoria de los olvidados, como fueron las 488 víctimas mortales del Valbanera?

Por justicia social, ¿no? Está bien recuperar la Historia, pero no solo una parte de ella. Habría que hacer una revisión porque somos muy injustos juzgándonos a nosotros mismos. Quise rescatar el Valbanera porque necesitaba, porque quería que se conociera. Era como aportar mi granito de arena.

Cuánto daño nos hizo creernos la leyenda negra con la que nos castigaron los ingleses...

Sí, los españoles somos muy severos con nosotros mismos, muy injustos. Leyendas para desprestigiar a los imperios habría en todos, pero lo malo es que nosotros nos lo creímos y nos los creemos todavía.

 

¿Cómo ayuda conocer la intrahistoria a entender nuestro pasado?

Creo que desarrollar unos personajes que transiten esa época histórica es la mejor forma de acompañar al lector para que la conozca.

 

El guardián de la marea es evidentemente una novela, pero está muy documentada. ¿Cuánto tiene entonces de verdad?

Todo el contexto histórico. Incluso Hans está basado en un personaje real como fueron los submarinistas alemanes que se quedaron a la deriva tras un enfrentamiento. Dos fueron rescatados y aparecen en los periódicos y hay un tercero desaparecido, que es con el que yo me he permitido fantasear en esta historia.

También hay personajes a bordo del Valbanera que fueron reales. El capitán Martín Cordero y su perro, una camarera que se llama Casiana... Y todos los escenarios claro, lo que comían, cómo funcionaba el hospital de San Martín...

Es una novela muy muy visual. ¿Le gustaría que se convirtiera en serie?

A la mayoría de los autores nos gustaría... A mí, desde luego, sí. Es como si mis criaturas cobraran vida.