Afganistán: volver a empezar

M.R.Y. (SPC)
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La retirada de las tropas internacionales ha dado vía libre a los talibanes y al terrorismo yihadista, que puede fortalecerse en la zona

Los militares dejaron el país el pasado 31 de agosto, antes incluso de lo pactado inicialmente. - Foto: US ARMY

Casi 20 años después, Afganistán vuelve a la casilla de salida. Menos de un mes después de los atentados del 11-S, el 7 de octubre de 2001, las tropas estadounidenses invadieron el país para derrocar al régimen talibán, al que acusaban de apoyar a Al Qaeda. Era la venganza por los brutales ataques del grupo de Bin Laden, quien, no obstante, no estaba allí, sino que había huido a Pakistán.

Tras derrocar a los islamistas, la presencia militar, no solo de EEUU, sino de la comunidad internacional, se mantuvo durante casi dos décadas. Un tiempo en el que la nación asiática comenzó a respirar tras liberarse del yugo de los fundamentalistas, pero sin conseguir en ningún momento alcanzar la paz. Y ahora, tras la retirada de los soldados -pactada antes de la reconquista de los talibanes, pero acelerada por ese cambio en el poder-, la situación podría regresar al punto donde comenzó el cambio.

 Aunque los extremistas han prometido que no acogerán a terroristas en territorio afgano -«estamos comprometidos con que el Emirato Islámico no será usado por nadie para atacar a otros países», aseguran-, ese compromiso podría distar de la realidad.

Al Qaeda ha sido un grupo cuya actividad ha caído a nivel internacional -eclipsada por la virulencia del Estado Islámico (EI)-, pero no ha frenado su actividad en la región. Es más, a lo largo de estos años de ocupación, la milicia ha colaborado intensamente con los talibanes para atacar a las tropas internacionales, además de ayudarles a financiar la guerra e instruirles en materia táctica y armamentística.

Por eso mismo, se trataría de una especie de deuda pendiente la que tendría el Gobierno islamista con los yihadistas, dejando claro que la asociación no terminó en ningún momento. Incluso, podría intensificarse para plantar cara a un nuevo enemigo común: el EI.

Aunque el nuevo Ejecutivo interino de Kabul insiste en que posee la capacidad suficiente para proteger al país de amenazas terroristas con sus propios medios, por lo que no necesitan comprometerse con nadie para realizar operaciones conjuntas, no es descartable que finalmente tengan que aprovechar esos lazos arraigados para hacer frente a un Estado Islámico que ya ha dejado sus primeros ataques tras la retirada de las tropas internacionales, minimizada por los efectivos estadounidenses que aún quedan en la zona.

Pero existe otro posible detonante para recuperar la alianza, el mismo que unió a ambos grupos de ideología similar a finales del siglo pasado: su rechazo a Occidente. Si la comunidad internacional decide dar la espalda a Afganistán -cierre de ayuda humanitaria y económica-, los talibanes podrían buscar respaldo en los enemigos comunes. Y, entonces sí, todo será volver a empezar.