La pandemia paralela

EFE
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Miles de personas han sufrido las consecuencias de la COVID-19 pese a no contagiarse del virus. Los retrasos en las pruebas, en la atención y en los diagnósticos pueden tener resultados fatales

Los pacientes con patologías al margen del coronavirus sufren una «pandemia paralela» como consecuencia de las dificultades de acceder a sus tratamientos, a los diagnósticos y al aplazamiento de cirugías provocadas por la saturación del sistema sanitario, que desemboca en un aumento de la mortalidad. Hace unos días se conoció el caso de una mujer de Burgos, de 48 años, enferma de cáncer de colon, que murió en agosto sin lograr que le dieran una cita presencial con su médico, un drama que la Junta de Castilla y León ha asegurado se investigará hasta el final.

En el caso del cáncer, por ejemplo, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) calcula que, como consecuencia de la crisis sanitaria, hay entre un 15  y 20 por ciento menos de nuevos diagnósticos, lo que repercute en un peor pronóstico de la enfermedad.

Según la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), que está elaborando junto a sociedades médicas un estudio sobre el impacto de la crisis sanitaria en los tratamientos de esta patología, ha habido retrasos, aplazamientos y paralizaciones de tratamientos y programas de cribado por atender las necesidades de la pandemia, una situación que representa una «emergencia sanitaria» en toda regla.

Y los datos de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO, en inglés) apuntan a que el 36,5 por ciento de los tratamientos oncológicos se ha interrumpido en el continente, el 60,9 por ciento de los centros de oncología médica redujo su actividad en el pico de la pandemia, lo que se tradujo en la cancelación o retraso de las cirugías (el 44 por ciento de los centros), la quimioterapia (25  por ciento) y la radioterapia (17 por ciento).

En algunos tipos de cáncer, como el de pulmón, uno de los de peor pronóstico, la cancelación de cirugías, pruebas diagnósticas y tratamientos a consecuencia de la crisis sanitaria podría lastrar hasta un 33 por ciento la supervivencia de los pacientes en España, según el Grupo Español de Cáncer de Pulmón.

En estos tumores, un retraso de seis meses en una cirugía provocaría una reducción de supervivencia estimada del 27 por ciento en fases precoces y de hasta el 33,7 por ciento en fases avanzadas, según explica el doctor Mariano Provencio, presidente del GECP y jefe de Oncología del Hospital Puerta de Hierro.

No solo el cáncer se ha visto afectado por la COVID, sino que ha tenido un «tremendo impacto», por ejemplo, en las patologías cardiacas, de tal forma que la mortalidad hospitalaria por infarto de miocardio se ha duplicado durante la pandemia.

Un registro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) que comparaba datos de abril respecto a los de 2019 y en el que participaron 75 hospitales recoge también un aumento del tiempo de isquemia; es decir, los minutos que transcurren desde que se inician los síntomas hasta la primera asistencia médica. Antes de la pandemia, ese tiempo era de 200 minutos y durante la crisis sanitaria alcanzó los 233.

La Plataforma de Organizaciones de Pacientes sostiene que en el ámbito respiratorio hay un 30  por ciento más de incidencia de fallecimientos por el retraso de la cita o la falta de diagnóstico, según cuenta  su presidenta, Carina Escobar.

Escobar habla de «una pandemia paralela» que viven los enfermos que no tuvieron la COVID-19, sobre todo durante la primera ola, pero cuando «la asistencia sanitaria» se paró tanto para los crónicos como para aquellos que estaban pendientes de diagnóstico.

El doctor Ignacio Vallejo Maroto, coordinador del Grupo Paciente Pluripatológico y Edad Avanzada de la Sociedad Española de Medicina Interna, indica que la primera fase de la pandemia supuso un problema para los pacientes con enfermedades crónicas, «que perdieron las estrategias de continuidad» entre los médicos de familia y los especialistas hospitalarios. Las consecuencias han sido enfermedades oncológicas que debutan en estadios más avanzados, infartos o problemas cardiovasculares que se tratan tarde y el «descontrol» de pacientes crónicos ya diagnosticados.