La lucha a pie de calle

Javier Villahizán (SPC)
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Pilar Aymerich retrató la vida del tardofranquismo y los primeros años de la democracia sin filtros ni maquillaje, mostrando con naturalidad pero con toda crudeza cómo era la realidad social del momento

La lucha a pie de calle - Foto: 519#Andreu Puig

Fotoperiodismo clásico. El de toda la vida, aquel que muestra la realidad tal y como es, sin paños calientes ni nuevo documentalismo contemporáneo. Pilar Aymerich (Barcelona, 1943) lleva ejerciendo la fotografía más de 50 años y enseña la sociedad del momento -de su momento- como la ve a través del objetivo. Por eso, la calle y también el feminismo han sido sus ejes de actuación en su último medio siglo.

Precisamente, el jurado del Premio Nacional de Fotografía decidió este año galardonarla por su trabajo a pie de calle, convirtiéndose en narradora excepcional de los cambios que registró el país en los años 70 y 80, en pleno tardofranquismo y primeros años de la democracia. «Una fotografía que plantea cuestiones acuciantes en la realidad social y política de aquellos años y que aún hoy son de relevancia», describe gráficamente el tribunal del premio.

Además, en sus instantáneas también es fácil detectar esa mirada y enfoque feminista, que en aquellos momentos era todo un ejercicio de valentía y audacia, como sucede en las series de imágenes sobre presas o en las fotografías sobre reivindicaciones por  la igualdad.

Manifestación de obreros de la construcción en Barcelona a finales de los años 70, entre sus exigencias estaban el contrato fijo y las 40 horas semanales. Manifestación de obreros de la construcción en Barcelona a finales de los años 70, entre sus exigencias estaban el contrato fijo y las 40 horas semanales. - Foto: Pilar AymerichSolo así, a través del objetivo, la autora desarrolla su propia militancia y registra desde dentro las principales demandas del movimiento. Un ejemplo es la instantánea tomada durante las Jornadas Catalanas de la Mujer, en 1976, en donde una señora arrodillada saca lustre al suelo mientras tiene lugar una conferencia en una sala repleta de mujeres. Sin comentarios.

Aymerich siempre ha defendido que ella sale a pescar imágenes, no a cazar ni a preparar la escena. En sus más de 70.000 representaciones, la catalana ha inmortalizado desde manifestaciones a favor de la despenalización del adulterio a protestas de actores y desde retratos icónicos a reportajes sobre reclusas. «Nunca he robado una foto, yo no cazo sino que pesco fotos de la calle», asiente siempre orgullosa de su trabajo.

Sus imágenes, suponen una deconstrucción radical de la práctica del fotorreporterismo moderno: primero se mezcla con el ambiente, entiende la situación y luego toma la fotografía. Todo un trabajo de campo que sirve para trasladar al lector la apuesta más real y fiel de lo que está sucediendo.

 

El poder de la imagen

Los retratos es otra de sus pasiones. Con más de 400 personajes fotografiados, a Aymerich le gusta preparar el momento, el enfoque y charlar con el protagonista, como si de una reportera se tratara. Es ese afán por meterse en la piel del personaje, la retratista se detiene ante esa mirada extraña e intenta extraer toda su alma. Eso fue lo que hizo con Juan Marsé, pero también con otros representantes de la cultura catalana, como Joan Oliver o Mercè Rodoreda, intelectuales como Eugenio Xammar, miembros de la Nueva Canción y políticos. La característica de los retratos de Aymerich es que parecen cercanos, próximos, como si llevasen con ella toda la vida.

Juan Marsé, fotografiado en una calle de la Ciudad Condal, en junio de 1982. Juan Marsé, fotografiado en una calle de la Ciudad Condal, en junio de 1982. - Foto: Pilar AymerichY así, fotografiando desde dentro las reivindicaciones feministas y las luchas obreras y mostrando la realidad del personaje, la autora fue pasando por publicaciones como Triunfo, Destino, El País y Cambio 16.

Antes de eso, la catalana estudió en la escuela de arte dramático Adrià Gual, donde forjó una poderosa amistad con la escritora Montserrat Roig, y posteriormente se formó en imagen y fotografía en sus estancias en Londres y París.

De regreso a Barcelona, en 1968, ya especializada en reportaje y retrato, colaboró con la agencia CIS, y a partir de ahí fue un no parar.  

Más fotos:

Protesta de unos niños pidiendo guarderías.
Protesta de unos niños pidiendo guarderías. - Foto: Pilar Aymerich
Primeras Jornadas Catalanas de la Mujer, en 1976, en el paraninfo de la Universidad.
Primeras Jornadas Catalanas de la Mujer, en 1976, en el paraninfo de la Universidad. - Foto: Pilar Aymerich
Presas en el patio de la cárcel de mujeres de La Trinidad (1978).
Presas en el patio de la cárcel de mujeres de La Trinidad (1978). - Foto: Pilar Aymerich

«Soy afortunada. Cuando abro los cajones y veo las reivindicaciones de los años 70 y toda la gente que he admirado, fotografiado y amado me da un vuelco el corazón.  Con la fotografía dejas constancia de estas personas y de esos hechos, siempre quedarán».