El regreso de la anarquía

Sara Borondo
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'Rage 2' no llega a la altura del primero, pero mantiene la acción intensa y unos buenos tiroteos

El primer Rage ha ido ganando reputación con el paso del tiempo. Cuando salió en 2011 había mucha expectación ya que procedía de id Software, un estudio reconocido que sentó las normas de los shooters en los años 90 con Doom y Wolfenstein. Presentaba una tierra devastada décadas después de que un asteroide hubiese impactado en la superficie. Parte de los habitantes del planeta habían mutado en monstruos y el resto sobrevivía como podía. No era un mundo abierto y la acción frenética e intensa no parecía suficiente, pero la belleza del mundo de juego y la diversión dejaron poso en los jugadores, que recibieron con muchas ganas la noticia de una segunda parte que ha salido ahora en PC, Xbox One y PS4.

En Rage 2 el jugador toma el control del ranger Walker, cuyas habilidades van mejorando con los nanotritos que encuentra por el juego y que tiene la habilidad Sobrecarga que se rellena a medida que mueren los enemigos; al activarla las armas son más potentes y tienen mayor cadencia de fuego y el personaje recupera parte de la vida. Con los materiales que va encontrando en el mundo de juego Walker puede mejorar también las armas y los vehículos.

En esta ocasión id Software ha colaborado con Avalanche Studios, los responsables de Just Cause y Mad Max. Ambos estudios saben manejarse con soltura por mundos destruidos por algún tipo de catástrofe en los que hay que sobrevivir a base de disparar, y han conseguido que Rage 2 sea divertido y, de hecho, los mejores momentos del juego llegan en los enfrentamientos a disparos, con un apuntado preciso y una gran variedad de armas. 

Los enemigos quedan reducidos a unos cubos de carne gelatinosa que sirven para recuperar parte de la vida del protagonistas y, como esa sustancia desaparece a los pocos instantes, hay que moverse rápido por el escenario, lo que potencia la intensidad de estas peleas. En este mundo en el que reina la anarquía todo el mundo está enfrentado entre sí con una violencia brutal, nadie dicta qué está bien o mal y manda la ley del más fuerte y únicamente en las ciudades hay un poco de paz.

Pero que los combates a tiros sean buenos no lo es todo. La conducción -con un estilo arcade- no es de lo mejor del juego. Rage 2 adolece también de alargar las horas de juego forzando la jugabilidad, obligando a repetir misiones secundarias. Es una tendencia cada vez más habitual que lo que consigue es que el juego acabe siendo repetitivo y perdiendo diversión. La historia nunca llega a tener fuerza y simplemente está hilvanada al principio para acabar diluyéndose en el yermo. El juego se trata más de una historia de exploración que narrativa, de ir mejorando al personaje con los nanotritos más que de llevarle a su destino.

La entrada en la serie de Avalanche Studios relevando a id Software ha llevado a un cambio de motor gráfico y de imagen. Los tonos tierra y algo apagados del primer juego han virado ahora a colores neón saturados y estridentes que sienta muy bien a esa explosión caótica que es Rage 2. Es cierto que la explosión inicial de color y acción acaba siendo repetitiva, pero como juego de acción rápica y sin complicaciones, cumple su misión.