La gran familia americana

Juan Pedro Gómez
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'Animado presidente', disponible en Movistar Series, condensa en tres temporadas de 27 capítulos la intensa legislatura de Trump

En una situación política donde la realidad supera a la ficción y en un país donde su presidente parece una caricatura de sí mismo podría pensarse que fabricar una serie parodia se sirve en bandeja. Pero Animado presidente no es un conjunto de gags enlatados para divertir al público. Es una trama ágil, es un conjunto de perfiles psicológicos, es un manual de relaciones internacionales, es una crítica política y también un retrato de la gran familia americana. 

La serie, que comenzó en 2018, va ya por la tercera temporada, que arranca con el impeachment y se adentra en la precampaña electoral y la carrera demócrata para elegir al rival. En total, 27 capítulos que están disponibles en Movistar. 

Esta comedia de animación está producida por uno de los grandes humoristas norteamericanos, Stephen Colbert, que decidió dar el paso a la ficción animada tras el éxito de su late night talk show The Late Show with Stephen Colbert (CBS). Este elegante humorista de voz pausada, una mezcla de Antonio García Ferreras y Berto Romero, ha estado en dos ocasiones en la lista Time de los 100 hombres más influyentes del mundo. A pesar de sus críticas al magnate presidente, Trump nunca ha reaccionado con furia contra el humorista como sí lo ha hecho con otros periodistas, en especial de la CNN. Quizás en el fondo, el neoyorquino se sienta halagado de ser el protagonista de una serie satírica que muestra a un presidente impulsivo, de pocas luces y de carácter dictatorial. 

Animado presidente gira en torno a la relación del mandatario con sus fieles colaboradores y con su esposa y todo el clan familiar. Muestra así un gran elenco de personajes, a los que se añaden los principales líderes demócratas, desde Hillary Clinton hasta Biden, Bloomberg y Sanders. También de la esfera internacional, en especial Putin. Al grito de wow y hoo, Jeff Bergman pone voz al presidente en la versión original, muy bien logrado con ese tono grave de tintes mafiosos. Bergman también ha dado voz a Bugs Bunny y el pato Lucas. Una lástima que la versión española no esté a la altura. 

El muro

La serie cómica cosechó un fuerte éxito en Estados Unidos con altos índices de audiencia. Toca todos los affaires que ha protagonizado el magnate en los últimos cuatro años: el espionaje, la trama rusa, el polémico muro, el caso Mueller, los cuestionables negocios inmobiliarios o el impeachment. Disfrutar al máximo de la serie exige tener cierto conocimientos de la actualidad política del país y de los políticos de segunda línea que frecuentan la Casa Blanca y el Capitolio. Personajes como la exportavoz Sarah Huckabee Sanders o el texano Ted Cruz dan mucho juego, como lo podrían dar Pablo Iglesias o Santiago Abascal en España. Desternillantes son las caricaturas de los hijos del magnate, Donald Trump Jr. y Eric, y de Jared Khusner, esposo de Ivanka Trump. Melania es mostrada como una enamorada esposa que supera en inteligencia y sensatez a su marido. 

La tercera temporada es, sin duda, la mejor de todas en cuanto a calidad técnica, trama, agilidad y profundidad ideológica. Comienza con un Trump a momentos abatido. «Esto no es un cuento de hadas», le dice a su hijo Don en vísperas del impeachment. Las pruebas en su contra son contundentes. El presidente pone a prueba a sus más cercanos colaboradores en busca de un chivo expiatorio. Por el lado demócrata, la adorable e inocente Elisabeth Warren intenta atraer al americano medio de cara a su nominación, pero también vive sus horas bajas. Sin ideas en ambos bandos, todo es cuestión de imagen, de estrategia de comunicación. Finalmente, el presidente sale absuelto del juicio político en un Senado convertido en show, en espectáculo. Y el cuento de hadas continúa. Al menos hasta el próximo 3 de noviembre. 

Por el lado demócrata, Animado presidente tampoco deja títere con cabeza. El multimillonario Mike Bloomberg y su sueño de una «oligarquía liberal socialmente consciente» va camino al desastre y Hillary Clinton sale a su rescate, dispuesta a intentarlo por tercera vez. Eso sí, con la ayuda de su «adorable» hija Chelsea. En resumen, una ácida crítica a un sistema democrático que se mueve a golpe de talonario, ya sea para pagar campañas, voluntades o la nómina de abogados defensores.