"La escritura me tiene enganchada. Es pura magia"

María Albilla (SPC)
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"La escritura me tiene enganchada. Es pura magia" - Foto: JUAN LAZARO

La periodista Sandra Barneda es la flamante finalista del Premio Planeta, un galardón que no pudo recoger la noche que se entregó porque la COVID-19 no perdona a nadie. Un océano para llegar a ti es su séptima novela, un thriller emocional muy íntimo, que no autobiográfico, que recorre los silencios y las cosas que nunca se dijeron los miembros de una familia que, tras una repentina muerte, deben afrontar y aceptar sus vidas. Solo así podrán comprender dónde está la belleza de la misma.

Los protagonistas de esta novela son personajes que se adaptan a la vida que les ha tocado… ¡como nosotros ahora mismo!

Esta novela llega en un momento muy paralelo al actual. Es un momento para fijarse en lo pequeño, de hacer grande lo que tenemos más cercano en la vida y a lo que, precisamente por eso, no damos el valor que tiene.

He escrito esta novela como si fuera una cirujana emocional haciendo una evolución muy medida de cada uno de los personajes y su evolución emocional a raíz de una muerte inesperada y todos los secretos que a partir de ella se descubren. Gabriele, la protagonista tendrá que decidir qué hacer con ello y eso modificará la relación con su padre, con su tía...

A lo largo de la historia afloran sentimientos muy reales con los que cualquiera se puede identificar e incluso reconocer.

Creo que esta novela te reconforta desde el primer momento por esa minuciosidad a la hora de retratar las emociones y el viaje en el que cualquiera se puede identificar. Muchas veces ponemos barreras con nuestros seres queridos por la dificultad a la hora de comunicarnos, por las elecciones que tomamos, por el excesivo juicio al que sometemos a los demás.

Con esta historia, desde el principio, viajas con los personajes en un thriller emocional. Una de las cosas que me han dicho sobre ella es que engancha desde la primera página porque desde ahí quieres saber cómo van a vivir las situaciones que les están ocurriendo a los personajes. En vez de asesinatos, lo que hay es una transformación de los protagonistas, les acompañas en ese océano que cruzan.

¿En su vida también hay silencios de estos oceánicos?

A veces hay silencios que quieren evitar una tragedia y la tragedia mayor es haberla silenciado.

¿Por que ha elegido Candeleda, en Ávila, como escenario principal?

Me encanta ese pueblo. Es una belleza pura. Lo descubrí hace años y  al empezar la novela me trasladé allí alguna temporada y conocí a gente extraordinaria que me enseñó un poco más las tripas del pueblo, las tradiciones que conservan... Y me he enamorado más aún.

Las cosas que forman parte de nuestro laberinto más íntimo, no nos atrevemos a hablarlas. ¿Cree que es necesario potenciar la comunicación de las emociones?

Yo creo que es la base. Las emociones son como la sangre de nuestras venas.  Todo lo que nos ocurre tiene una traducción emocional. No podemos darle la espalda a las emociones. Muchas veces creo que tratamos de intelectualizarlas. No sabemos traducir lo que nos pasa y cuando las emociones se silencian es cuando se empieza a crear esa distancia, ese océano del que hablamos, entre dos personas.

«Pensamos que nos comunicamos mucho, pero no lo hacemos ni tanto ni tan bien». ¿Ha aprendido con esta novela a exteriorizar los sentimientos, sus sentimientos?

Me he tenido que fijar mucho a la hora de escribir no solo en el modo en que yo me comunico, sino en el que lo hacen amigos, gente del trabajo, etc. y en cómo gestionamos nuestros sentimientos. He estado mucho más atenta cuando me contaban algo y he llegado a la conclusión de que le metemos mucho ruido a nuestros dramas pero ahí no está la solución de las cosas. Está más en la suavidad, la ternura, la comprensión, en un silencio bien colocado para escuchar al otro.

En solo siete años que hace que empezó a escribir ha tejido seis libros y logrado ser finalista del Premio Planeta, todo un lujo. ¿Le sigue quedando mucho por decir?

Con seis libros a mis espaldas, te aseguro que la literatura forma parte de mí. La escritura me complementa muchísimo. Llevo haciéndolo, en realidad, desde que era adolescente. Cada historia que montas es una catedral, un puzzle interminable que vas armando y luego es pura magia. Es una de las cosas por las que me tiene enganchada, porque la escritura es pura magia. 

Ha vuelto a la tele y tiene el libro bajo el brazo. ¿Se siente igual de cómoda en ambientes tan diferentes?

Totalmente, tengo a ambos integrados en mi vida. No hay conflicto entre ellos. Son dos partes de mi vida complementarias y me siento muy cómoda en ambas.

Y pasa del reality show a la introspección de una novela como esta así, de un portazo.

Es como el ying y el yang. Se compensa el exceso de ir para afuera y el exceso de ir para adentro. Escribir es pasar muchas horas en soledad y contigo mismo, es un ejercicio de humildad palabra a palabra... Son muchas horas que te llevan al aislamiento mientras que la televisión te lleva a lo social, así que creo que se complementan.

El día que le dieron el premio no pudo ir a recogerlo porque se había contagiado de la COVID-19. ¿Todo superado?

Sí, sí. Estuve prácticamente asintomática. Tuve la suerte de que noté  como un resfriado y, si no hubiera sido por la pandemia, ni hubiera reparado. Recomiendo el aislamiento ante cualquier sospecha porque lo más importante es cortar la cadena de contagios. Yo no sé cómo me contagié, pero lo mejor es que todo mi entorno dio negativo.