Juan Antonio Samaranch era «un visionario», aunque nunca habría adivinado una crisis sanitaria como la presente. Pero también era «muy prudente» y, por eso, habría aprobado la decisión de aplazar a 2021 los Juegos Olímpicos de Tokio, porque para él «la salud de los deportistas era lo primero».
«Fíjate que en el dopaje, aparte de en la trampa, él siempre ponía el énfasis en lo que suponía de perjuicio para la salud de los atletas», recuerda Pedro Palacios, colaborador durante décadas y biógrafo del barcelonés, de cuyo acceso a la Presidencia del COI se cumplieron ayer 40 años.
Los boicots, el dopaje, la corrupción... Samaranch (Barcelona, 1920-2010) hizo frente durante sus 21 años de mandato -21 exactos, porque también dejó el cargo un 16 de julio- a distintas crisis. «Pero en ningún momento», opina Palacios, «tuvo que afrontar una situación como la actual, de estas dimensiones, en la que los Juegos estuvieran en peligro».
Cuando el dirigente español llegó a la Presidencia en 1980, en vísperas de los Juegos de Moscú, estos ya habían sido boicoteados por Jimmy Carter. Luego, el bloque soviético respondió con su oposición a Los Ángeles 1984. «Pero fue Samaranch el que desactivó el problema de los bloqueos políticos», apunta. Así, en Seúl 1988 las ausencias fueron testimoniales y desde los Juegos de Barcelona 1992, en los que Palacios fue jefe de prensa del comité organizador, la participación siempre ha sido plena.
corrupción. Otra crisis grave que afrontó el catalán fue la corrupción en el organismo en torno a la candidatura de Salt Lake City a los Juegos de Invierno de 2002. Seis miembros del COI fueron expulsados y tres dimitieron y Samaranch fue voluntariamente a declarar ante el Congreso de Estados Unidos. «Otro se habría atrincherado, pero él quiso explicar las reformas que había puesto en marcha», remarca el colaborador. De hecho, desde aquel escándalo, se prohibieron los viajes de los miembros del COI a las ciudades candidatas.
El coautor de las Memorias Olímpicas de Samaranch revela que, pese a que la llegada de este a la Presidencia olímpica fue fruto de una planificación de años, tras su elección «tuvo una crisis profundísima». «Había tenido todo tan claro que de pronto se dio de bruces con la realidad», señala Palacios. Por eso, cuando acabaron los Juegos de Moscú, el barcelonés regresó en barco desde Odesa a la Ciudad Condal. «Lo quiso hacer así para tener tiempo de ordenar papeles y para sentarse a hacer su lista de prioridades», revela.
Para su estrecho colaborador, el paso del tiempo ha agrandado el legado del dirigente catalán: «Su mayor virtud fue ser un visionario, convirtiendo el COI en una referencia global. Tenía una intuición especial para ver por dónde venía los tiros. Y, a la vez, porque no es contradictorio, su prudencia. No se tiraba a la piscina si no había agua».
En su opinión, Samaranch «era conservador en algunas cosas, pero innovador en muchas otras». Por ejemplo, incorporando a las mujeres a los cargos directivos, algo poco habitual en el mundo del deporte. Otro de los aciertos del expresidente fue «jugar siempre en equipo» para poder ganar.