Más solo que nunca

Agencias-SPC
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El liderazgo de Guaidó está seriamente cuestionado entre una oposición a Maduro cada vez más dividida y también dentro de la comunidad internacional, que le está retirando su apoyo

Más solo que nunca - Foto: MANAURE QUINTERO

Han pasado más de dos años desde que el opositor Juan Guaidó se subiera a una tarima para anunciar que era él, y no Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela. Comenzó un pulso que, en algún momento, pareció poner contra las cuerdas a su rival. Lo apostó todo, pero hoy, de aquel fuego voraz, apenas quedan las brasas, en un país copado por el chavismo.

Mientras su imagen se difumina, sigue gritando, cada vez más solo, que lo es todo, en tanto que la realidad tozuda le devuelve un eco que procede de la comunidad nacional e internacional, y le replica «nada», una respuesta que parece que se niega a aceptar.

La estrategia arriesgada, bordeando los límites de la Constitución, llevó a poner la disputa en un «empate catastrófico», según el experto en política latinoamericana Dimitris Pantoulas. Pero «esto se acabó»: «Maduro se impuso dentro de su partido, dentro del chavismo y dentro del país. Esto es una victoria total de Maduro». «No hay eufemismos, Guaidó se acabó. No existe dentro de Venezuela, no tiene poder de convocatoria, no tiene ideas nuevas y no moviliza», agrega.

Por si fuera poco, hay muchos países que están discutiendo el liderazgo del opositor. En la UE, la República Dominicana o Panamá, entre otros, la pérdida de reconocimiento va cayendo a cuentagotas, como en su momento creció, y la gran duda está hoy en Estados Unidos, que hasta el momento, solo ha emitido posturas parciales y ambiguas. Sin embargo, Pantoulas no tiene muchas dudas del rumbo que tomará Joe Biden, y considera que, «en cuestión de meses», EEUU estará «en coordinación con Europa».

Pero Guaidó también pierde apoyos dentro de Venezuela. La consulta popular antichavista del pasado diciembre es un ejemplo. Los 12 millones de participantes con los que aseguraba contar se quedaron en 4.317.819, de los que, según datos de la propia oposición, un 99,5 por ciento apoyaron a Guaidó, es decir, 4.296.230, lo que supone casi tres millones y medio menos de personas de las que respaldaron a la oposición -por aquel entonces, sin divisiones- en las elecciones legislativas de 2015.

Y no es que estas cifras signifiquen que el chavismo ganó votantes, sino que tanto el oficialismo como el grupo opositor que encabeza Guaidó -abandonado por figuras que otrora lo respaldaron- perdieron apoyo popular en los últimos años. Los venezolanos piden a gritos un cambio en ambos bandos.

 

Un futuro incierto

El dirigente se ha aferrado al cargo, un hecho que, a parte de hacerle perder crédito, puede debilitar a un antichavismo ya de por sí deteriorado que solo podría recuperar su fuerza de antaño si vuele a unirse y hacer un frente consolidado. Algo que parece pasar únicamente si Guaidó da un paso atrás.

Y es que, después de ilusionar a los opositores a principios de 2019, cuando después de autoproclamarse «presidente encargado» dio esperanzas para emprender un cambio político en Venezuela, el sueño se ha evaporado. Guaidó ya no tiene tan siquiera poder de convocatoria, las redes sociales están llenas de exigencias para que deje su puesto y la alianza antichavista se ve cada vez más lejana. Se ha convertido en una piedra muy pesada para los detractores del Gobierno, que ven cómo se les escapa otra oportunidad. Ven necesario echarle, pero aún no saben cómo ni por quién. Y, mientras, el tiempo sigue corriendo a favor de Maduro.