UME, héroes al rescate

Leticia Ortiz (SPC)
-

La Unidad Militar de Emergencias se ha ganado el cariño de los españoles, pese a su corta vida, gracias a su intervención casi milagrosa en grandes catástrofes

Las autoridades activan a la UME ante temporales de nieve de grandes magnitudes, como ha ocurrido este mes en la Comunidad de Madrid. - Foto: Luismi Ortiz

Arrecia la nieve en Madrid. Las temperaturas, gélidas, hacen la noche aún más desapacible. Cientos de coches, varados como un cetáceo moribundo en la playa, se acumulan en distintas carreteras de la Comunidad. Pero el drama está dentro de los vehículos, con ciudadanos de toda condición atrapados en el interior de los coches y sin opciones para salir de la ratonera en la que se convirtieron muchas vías de la autonomía por el paso de la borrasca Filomena. De repente, de entre la nada, aparecen varias manchas negras, visibles solo por unas bandas brillantes, amarillas fluorescentes, que rompen la oscuridad de la noche. Son los ángeles salvadores de aquellos que están dentro de los coches. Son los miembros de la Unidad Militar de Emergencias, la UME, que han sido activados para ayudar a las Fuerzas de Seguridad ya presentes sobre el asfalto, pero insuficientes ante la magnitud de Filomena, una nevada histórica que se recordará durante décadas en muchos puntos de la Península Ibérica.

Hace apenas seis meses, esos mismos militares, tocados con su boina amarilla, se convirtieron en la imagen de la Operación Balmis, el mayor despliegue de las Fuerzas Armadas españolas en la piel de toro en una época de paz. No fue la única unidad que integró el operativo, pero sí la más reconocible para los españoles, acostumbrados a ver a estos héroes entre la nieve o en pavorosos incendios, donde refuerzan a los agentes forestales en su lucha contra el fuego. También sus perfiles han destacado entre el agua en inundaciones como las que dejó la gota fría que en septiembre de 2019 asoló, sobre todo, el Levante español dejando, además, seis víctimas mortales. Actuaciones, como la del terremoto de Lorca de 2011, que se cobró la vida de nueve personas, han convertido a la UME en la unidad de las Fuerzas Armadas que despierta más simpatías entre la ciudadanía. Y eso a pesar de su corta vida.

 

En la era Zapatero

Las primeras intervenciones de esta Unidad datan de la segunda mitad de 2007, aunque su creación se gestó mucho antes. De hecho, fue una situación similar a Filomena y una gran tragedia las que impulsaron su nacimiento. En el invierno de 2004, centenares de personas se quedaron atrapadas en la provincia de Burgos, en la AP1 por culpa también de la nieve, sin que los efectivos del Ejército y de la Guardia Civil diesen a basto para rescatar gente en aquella gélida noche. La incapacidad para gestionar de forma estatal -debido, entre otras cosas, al traspaso de competencias a las autonomías- una catástrofe de gran magnitud, como se demostró esas navidades, convenció al por entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de la necesidad de crear un Cuerpo que apoyase a las autoridades civiles y estuviera dedicado específicamente a las emergencias, como ya existía en otros países. 

Pero fue una gran tragedia la que acabó por poner todo en marcha, aunque las líneas maestras del proyecto ya estaban fijadas. Era julio de 2005 cuando un grupo de excursionistas, desoyendo la recomendación de un guarda de la zona, enciende una barbacoa situada en la margen izquierda del río Linares, en la provincia de Guadalajara. Aquella imprudencia acabó en un pavoroso incendio forestal que obligó a evacuar varias localidades. Pero lo peor estaba por llegar: 12 agentes de un retén que luchaba contra las llamas quedaron atrapados en mitad del fuego. Solo uno de ellos pudo sobrevivir.

El 7 de octubre de ese mismo año, el Consejo de Ministros aprobó la puesta en marcha de la Unidad Militar de Emergencia, que tardaría casi dos años en hacerse efectiva, debido a la necesidad de desarrollar legalmente su organización. Una decisión política rodeada de polémica en ese momento, porque la oposición consideraba que el objetivo real de Zapatero era desactivar las Fuerzas Armadas y aseguraba que mientras otros Cuerpos militares veían reducidos sus presupuestos en cada ejercicio del Gobierno del PSOE, la UME se beneficiaba desde el principio de la generosidad del mismo Ejecutivo socialista.

 

Autonomía logística

Pero las críticas cesaron en cuanto los miembros de esta nueva institución comenzaron a trabajar sobre el terreno. La capacidad y la agilidad de respuesta, el esfuerzo sostenido, la flexibilidad en sus despliegues y repliegues y la capacidad de canalizar los medios del resto de las Fuerzas Armadas son las características que han permitido a la Unidad Militar de Emergencias concentrar sus medios en cualquier punto del territorio nacional para hacer frente a catástrofes inesperadas con una total autonomía logística.

Así, con más de tres lustros a sus espaldas, la UME es un importante elemento de cohesión nacional que complementa a la perfección los servicios de emergencia que prestan otras administraciones públicas, generando de esta manera confianza en la sociedad, que, cuando se encuentra con las boinas amarillas de estos militares por las calles, es consciente de que el Estado ha puesto a su disposición todos los medios de los que dispone, incluidas sus Fuerzas Armadas, ante una situación comprometida.

Pasada Filomena, ahí siguen los héroes, esperando la próxima llamada. Y curando aún sus heridas propias, como reconocían algunos de sus mandos hace no mucho. Aquellas heridas creadas por la pandemia, en la que vieron cómo alguno de sus compañeros se quedaba en el camino y en la que fueron los primeros en entrar en aquellas residencias de ancianos convertidas en una trampa mortal para una generación de españoles que murió sin ni siquiera poder despedirse de los suyos.