Molière, un saltimbanqui desconocido

SPC-Agencias
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El artista favorito de Luis XIV y gloria nacional de Francia es un autor misterioso que no ha dejado ni un solo manuscrito o carta personal

Molière, un saltimbanqui desconocido

Uno de los personajes más ilustres y gloria nacional de Francia es a la par uno de los más desconocidos. Molière, un icono del siglo XVII que ha pasado a nuestra época como un saltimbanqui que se hizo un hueco en la corte de Luis XIV y desafió la censura de la Iglesia es un ser misterioso del que apenas se conoce parte de su trayectoria, tanto personal como profesional. «La paradoja de nuestro gran escritor es que poco se sabe del personaje histórico, del actor y del autor. No ha dejado ni un solo manuscrito, ni correspondencia. Esta ausencia de archivos es una de las razones del mito persistente que ha inspirado desde su muerte», explica uno de los grandes estudiosos del dramaturgo y comisario de la exposición La fábrica de una gloria nacional, 1622-2022, Martial Poirson. 

Los expertos han asumido, ya que los numerosos huecos que quedan en la biografía de Molière, nombre artístico de origen desconocido de Jean-Baptiste Poquelin, no podrán ser completados. El oscurantismo sobre su vida es tal que ni siquiera la fecha de su nacimiento es real: el 15 de enero, aunque los historiadores sí que coinciden en que fue alumbrado hace 400 años, en 1622.

Precisamente ese halo de misterio es sin duda un aliciente para sus seguidores, cuya entrada en el Panteón nacional se ha convertido también en un debate nacional.

Tal es así que la conservadora Valérie Pécresse es una fiel defensora de la panteonización de Molière, cuya tumba se encuentra hoy en el célebre cementerio parisino de Père Lachaise, si bien es más probable que esa sepultura sea solo un cenotafio.

Molière era un dolor de cabeza constante para la Iglesia, cuyo repudio chocaba con el entusiasmo que el Rey Sol sentía por sus obras. Pero, además, como todos los actores, había sido excomulgado.

Para aceptar la demanda del rey de darle sepultura oficial, los cargos eclesiásticos pidieron que se le enterrara de noche y sin ceremonia con la sencilla inscripción de Jean-Baptiste Poquelin, tapicero (el que había sido el cargo de su padre en la Corte).

Pero se cree que en realidad sus restos fueron enterrados en otro lugar del cementerio, junto a los suicidas y los neonatos.

Los revolucionarios trataron de recuperar su cuerpo y trasladarlo al museo de Monumentos Franceses, y tras la creación de Père Lachaise, para darle más importancia al lugar, la tumba de Molière fue trasladada allí junto a la del también escritor Jean de La Fontaine, si bien después de tanto movimiento hay pocas certezas de que aquellos fueran en realidad los restos de los literatos.

El Elíseo, sede de la Presidencia francesa, ya ha rechazado el llamamiento de Pécresse, arguyendo que solo las figuras posteriores a la Ilustración pueden entrar en el Panteón.

Entre o no en el Panteón, el público tendrá ocasión de reencontrarse o descubrir a Molière en este 2022, ya que serán numerosos los teatros de todo el mundo que levanten el telón con parte de sus obras, piezas como Tartufo, El avaro, El médico a palos, El burgués gentilhombre o La escuela de los maridos.

La historia del joven Molière como dramaturgo comienza cuando se niega a seguir con la tradición familiar como trabajador de la corte. Es entonces cuando forma una compañía de teatro con la que viajaba por el país, incluso a través de sus cárceles, ya que el autor pasó dos años en prisión por las deudas contraídas a causa de sus espectáculos. Un incidente que, lejos de alejarle de las tablas, lo convenció más para seguir adelante.

El gran mecenas

Pero no fue hasta que Molière entra en la Corte de Luis XIV, el gran mecenas de las artes y las letras, cuando el parisino alcanza su cenit. Fue precisamente en los jardines del Palacio de Versalles -donde el monarca había trasladado su residencia- donde el artista estrena El príncipe celoso, La escuela de los maridos, La princesa Elida, Tartufo, Las mujeres sabias o El enfermo imaginario.

En la persona de Molière, el Rey Sol encontró un espíritu que saciaba su sed intelectual y Versalles fue la ciudad de la consagración del autor, donde se afirmó su inmensa fama y su nueva forma de expresión. Tal fue así, que a partir de 1600 se convirtió en el creador favorito y casi único de la corte del monarca.

Ahora, la ciudad de París quiere rendir un gran homenaje a tan magna figura a través de una la exposición La fábrica de una gloria nacional, 1622-2022 en l'Espace Richaud, la antigua Iglesia del Hospital Real de Versalles, con reconstrucciones del vestuario de sus obras y de sus escenarios más célebres.

«Luis XIV veía en el teatro de Molière una forma de embajada, un producto de exportación, pero a finales del siglo XIX su figura toma una mayor dimensión y se habla del Molière patriota, laico, republicano...», comentó Poirson.

Molière vio en la comedia y la risa una forma de corregir a los hombres. La hipocresía, la avaricia, la incompetencia, los falsos devotos, los manipuladores y los burgueses son los grandes temas del autor, que no dejó cartas, ni escritos, ni apuntes de trabajo, ni siquiera una explicación de por qué firmaba como Molière.