Y EEUU dejó de confiar en sí mismo

Agencias
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La polarización que vive la nación se trasladó a las calles durante una jornada electoral en la que las localidades se blindaron ante posibles disturbios y los ciudadanos temían que su voto no llegase a contar

Y EEUU dejó de confiar en sí mismo - Foto: CHRISTIAN MONTERROSA

Comercios blindados, furgones del servicio postal depositando papeletas a última hora, un recuento lento y de infarto con los candidatos lanzando mensajes sin conocer al ganador... La ansiedad y el catastrofismo se apoderaron de la jornada electoral en un país que perdió la fe en sí mismo.

La polarización que vive la sociedad estadounidense, en un año marcado por una triple crisis sanitaria, económica y social, hizo que las emociones dominaran en estos comicios sin dejar espacio a la razón. Desde críticas a la integridad de las elecciones sin base ni fundamento, hasta el temor de numerosos ciudadanos por una reacción violenta al resultado de las urnas. En estos comicios, EEUU no parecía la democracia consolidada que llegó a marcar la pauta a seguir en el resto del mundo occidental.

El viejo proceso electoral de Estados Unidos, curtido durante décadas e imitado por numerosos países, ha sido incapaz de contener el terremoto provocado por nuevos fenómenos como la desinformación en redes sociales o la injerencia extranjera a través de la tecnología. Y en ese agitado escenario, la trágica pandemia mundial no hizo más que contribuir al ambiente de caos en el que votaron los ciudadanos de la primera potencia mundial.

Y EEUU dejó de confiar en sí mismoY EEUU dejó de confiar en sí mismo - Foto: Giorgio VieraEstados Unidos llegó a confiar tan poco en sí mismo que blindó sus principales ciudades ante posibles estallidos de violencia que no se produjeron.

El 44 por ciento de los votantes de California esperaban disturbios en la noche electoral. No los hubo, pero, por si acaso, calles como la mítica Rodeo Drive de Beverly Hills cerraron sus accesos, se llenaron de policías y tapiaron los edificios de arriba a abajo.

La capital, Washington DC, parecía un búnker en el día que debía ser la gran fiesta de la democracia. Nueva York, San Francisco, Austin... las grandes capitales repetían la misma estampa sin que apenas hubiera incidentes. Sí se produjeron protestas para mostrar el rechazo a Trump en Nueva York, con lemas como Rechaza el fascismo o No dejemos que Trump robe las elecciones.

 

Furgones cargados

El voto anticipado fue la opción preferida para más de 100 millones de estadounidenses. Cifra récord. En su mayoría, las papeletas llegaron por correo, aunque el viaje desde los buzones hasta los centros de votación fue tortuoso. El Servicio Postal se comprometió a entregarlas a tiempo después de exponer sus dudas por el enorme despliegue que requería.

Y EEUU dejó de confiar en sí mismoY EEUU dejó de confiar en sí mismo - Foto: BRENDAN MCDERMIDAsí, mientras los ciudadanos votaban, furgones cargados de sobres llegaban a los centros electorales y los representantes de la agencia iban actualizando las entregas con la intención de calmar los ánimos.

«Muchas personas llegan aquí para depositar su sobre porque no confían en que pueda llegar por correo», aseguraba una voluntaria en un centro de votación de Los Ángeles. Que el presidente del país señalara al voto por correo como la base del fraude electoral y que el FBI, una agencia gubernamental, desmintiera tal sospecha no hizo más que aumentar la paranoia.

Incluso el Tribunal Supremo tuvo que pronunciarse en varias ocasiones a favor de que se cuenten los votos por correo enviados a tiempo aunque lleguen tras el cierre de las urnas.

 

Más dudas que certezas

Pasadas las cuatro de la mañana en la costa este (las 10 de la mañana hora española) ni los ciudadanos, ni los periodistas, ni los candidatos conocían al ganador. Un recuento ajustado, con diferencias de uno y dos puntos porcentuales, hizo que las televisiones alargaran la emisión hasta la madrugada especulando sobre resultados que no llegaban.

Y EEUU dejó de confiar en sí mismoY EEUU dejó de confiar en sí mismo - Foto: EDUARDO MUNOZTras la medianoche, cuando Trump iba con ventaja, habló y se proclamó ganador con un discurso en el que, a falta de contar millones de votos, aseguró que si cambiaba la tendencia sería un fraude electoral. Antes había salido Biden para tranquilizar los nervios de sus seguidores y recordar que quedaban muchas papeleteas por contar.

El escenario más catastrófico llegó y los aspirantes a la Casa Blanca se iban a dormir sin saber quién es el presidente del país. Por si los tribunales acaban teniendo la última palabra, las donaciones a las campañas electorales continuaron a pesar del fin de una fase. Quieren estar prevenidos no sea que, terminado este proceso, empiece otro mucho más complejo y desgarrador en un país fragmentado.