Lo que la relajación puede hacer por ti

Agencias
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Los efectos de estas técnicas son innumerables tanto desde el punto de físico como mental, siempre que se pase por un período de aprendizaje que se ajuste a los objetivos que cada persona quiera lograr

Las técnicas de relajación son procedimientos que buscan enseñar a una persona a controlar su nivel de activación sin ayuda de recursos externos. Son procedimientos de intervención útiles en los campos de la Psicología Clínica y de la Salud y de la Psicología Aplicada. De hecho, «pueden suponer una alternativa viable a la actual medicación excesiva del malestar emocional que cursa con ansiedad, irritabilidad y alteraciones psicosomáticas», defiende el psicólogo clínico Víctor M. Torrado.

La tensión o activación «puede estar relacionada con distintos factores como los pensamientos, situaciones externas o las propias conductas del individuo», explica el experto, que agrega que «algunos de estos factores pueden aparecer como evento aislado, pero en otras ocasiones se trata de factores repetitivos o mantenidos en el tiempo».

En este contexto, el psicólogo clínico insiste en que «se ha constatado que la relajación produce efectos contrarios a la activación». Los más estudiados, según Torrado, han sido «los psicofisiológicos, como la disminución de la actividad simpática, cambios en la respiración, disminución del ritmo cardíaco o la reducción de la conductancia electrodérmica».

No son los únicos. También se han comprobado «cambios más sistémicos, como la mejora del funcionamiento del sistema inmunitario, la disminución del metabolismo basal, la disminución de la motilidad gástrica, cambios en los ritmos cerebrales, disminución de ácidos grasos y colesterol en plasma, entre otros», destaca el psicólogo clínico, que añade, que «los informes subjetivos de las personas entrenadas señalan sensaciones de confort y tranquilidad».

ansiedad y sueño. Por otra parte, las técnicas de relajación han demostrado también ser útiles «en diferentes problemas como diferentes trastornos de ansiedad, problemas de sueño, hiperfagia, ansiedad ante procedimientos médicos o quirúrgicos, disfunciones sexuales, adicciones, dolor crónico, como cefaleas o fibromialgia y en problemas de concentración, asma o hipertensión», continúa el psicólogo clínico. «Lógicamente, la importancia de los efectos está en relación con la sistematización de la práctica de una o varias técnicas en concreto. Por lo tanto, la adherencia al procedimiento y la práctica regular son aspectos importantes», avisa Torrado.

Otro de los puntos positivos a favor de la relajación es que «en general, las técnicas de relajación tienen escasos efectos colaterales negativos» y «no existen contraindicaciones para la relajación basadas en la edad u otros factores demográficos», apunta el experto. No obstante, sí menciona «precauciones especiales» con determinados grupos de personas o pacientes vulnerables. «Por ejemplo, el aprendizaje de las técnicas de respiración puede producir hiperventilación y mareo», desvela.

«Para algunas personas, determinadas técnicas pueden tener un efecto paradójico, es decir, mayor ansiedad, o el efecto conseguido ser tan intenso que genere alarma en el individuo. Además, algunos autores han desaconsejado las técnicas de relajación en cuadros psicóticos activos», continúa Torrado.

Las técnicas son muy variadas y hay algunas sencillas y otras más elaboradas. Según el experto, algunas de las más utilizadas son «la relajación muscular progresiva o diferencial tipo Jacobson, entrenamiento autógeno, relacionado con la autohipnosis, la respuesta de relajación, un procedimiento derivado de las técnicas de meditación, y las técnicas de respiración». No son las únicas. «Otros procedimientos para disminuir la activación son las técnicas de biofeedback, que requieren aparataje específico, el entrenamiento en visualización e imaginación, el mindfulness o el yoga», completa Torrado.

 Para conseguir el éxito en alguna de estas prácticas, Torrado avisa de que «es necesario que un período de aprendizaje de un procedimiento en concreto tenga sentido para el usuario, que comprenda no solo el qué hacer, sino también el para qué hacerlo».