¡Tiburón!

José Javier Zárate
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El primer gran éxito comercial y de crítica de Spielberg cumple 45 años con una edición colecccionista en 4K Ultra HD que rinde homenaje a un filme cuya banda sonora es mítica

El primer gran éxito del maestro Spielberg, Tiburón, cumple 45 años y se conserva muy bien, y más con la edición coleccionista en 4K Ultra HD Blu ray. El rodaje fue muy accidentado y triplicó los 52 días de rodaje previstos y costó 10 millones de dólares teniendo un presupuesto de cuatro. Solo los animatrónicos del tiburón se llevaron tres kilos. Los problemas técnicos acosaron de tal modo al equipo que al filme en vez de llamarlo Jaws (Mandíbulas, el título original) sino Flaws (fallos).

Pero el sufrimiento mereció la pena. Con una estrategia de estreno veraniego, novedosa en la época, una agresiva campaña de publicidad en televisión y estrenos más allá de las grandes ciudades estadounidenses, la película recaudó 100 millones de dólares, la más taquillera de la Historia en aquel momento y primer blockbuster de verano. Recibió tres Oscar, un BAFTA, un Globo de Oro y un Grammy. Y la banda sonora, firmada por John Williams, se hizo mítica.

Todos sentimos ese escalofrío al escuchar los acordes del Premio Princesa de Asturias de las Artes de este año en el arranque de Tiburón. La extraordinaria banda sonora contribuye de modo fundamental al ambiente de esta cinta. Pero Tiburón no es solo eso, es un tour de force cinematográfico en todos sus aspectos. Tiene esa magia que logra mantenernos en tensión, sentir la misma emoción, a pesar de haberla visto múltiples veces. 

El filme está nítidamente dividido en dos partes. Una primera, entre el suspense y el costumbrismo, presenta a los personajes y la situación. La segunda es casi una película de aventuras en sí misma, la cacería del tiburón, con la desesperación progresiva de tres hombres que sienten que el escualo podría superarles. 

Spielberg plantea dos temas recurrentes, el hombre normal frente a la situación excepcional (La lista de Schindler) y el materialismo y la miseria humana frente a la vida (El diablo sobre ruedas). El sheriff Brody ha de luchar contra el alcalde que quiere mantener la playa abierta a pesar del peligro. Posteriormente, se enfrenta contra un enemigo aparentemente invencible.

Para su narración, el director juega de forma magistral con los tiempos. Sabemos que hay un tiburón, esperamos verlo, pero el Rey Midas no nos lo muestra hasta mediado el metraje. La tensión se eleva cuando vemos gente en la playa y tendremos falsas alarmas que aún la elevarán más. Y al mismo tiempo consigue no ser nunca explícita en los ataques ni en la exhibición de restos humanos.

Fotografía magistral

Para ello se apoya en una fotografía magistral de Bill Butler. Tenemos las tomas cámara al hombro con el agua en la cintura, con movimiento, para percibir la perspectiva de los bañistas. Y, por otro lado, está la del tiburón, a veces a centímetros de la superficie, incluso vemos el chapoteo de las piernas de los bañistas casi pegados a él. Logra disparar nuestra adrenalina con el juego visual entre la mirada de Brody cuando vigila la playa y las tomas de este al retorcerse para seguir observando mientras la gente que pasa por delante obstaculiza su visión.

En definitiva, estamos ante una película que en 45 años no ha perdido un ápice de frescura. El uso de entornos reales y animatrónicos la dota de un realismo del que a menudo adolece el cine actual con su excesivo manejo del CGI y los fondos verdes. Sus temas son recurrentes a la Humanidad, y su maestría visual y rítmica ha sido raramente igualada y nunca superada.