"Mamá, me duele la cabeza..." ¿Será verdad?

Agencias
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Las somatizaciones en los menores son muy habituales, pese a que hay bastante desconocimiento al respecto y, en muchas ocasiones, tampoco se comprenden

"Mamá, me duele la cabeza..." ¿Será verdad?

Dos de cada 10 menores tiene dolor de cabeza, de tripa, fatiga, sufren brotes de dermatitis, o no pueden caminar sin que haya detrás una causa física. Los especialistas del ramo los analizan, pero al final terminan por derivarlos a Psiquiatría ante la sospecha de una somatización, ya que las pruebas médicas realizadas no indican que exista una patología que pueda ocasionarle ese dolor.

En estos casos suelen tratarse de somatizaciones, síntomas físicos reales, que los menores no se inventan ni hacen queriendo, y una realidad que afecta a uno de cada cuatro menores en algún momento de su vida, tal y como defienden en su libro Somatizaciones en la infancia y la adolescencia (Plataforma actual) Azucena Díez, doctora en Pediatría, especialista en Psiquiatría  y directora de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra; y Cecilia Hernández, especialista en Psiquiatría infantil y de la Adolescencia, que trabaja en el Hospital Universitario Puerto Real (Cádiz).

Esta última especialista explica que las somatizaciones en los menores «son muy frecuentes», a la par que existe mucho desconocimiento sobre ellas, de ahí su deseo de publicar este libro. «Tanto en las consultas de pediatría, como en las de salud mental están presentes las somatizaciones en la infancia, además de representar un motivo de absentismo escolar. Son muy incomprendidas por parte de la familia, pero también por muchos médicos y colegios. Es algo que era necesario abordar», reconoce esta doctora.

¿Cómo sospechar que nuestro hijo está somatizando un problema emocional? La doctora Hernández, experta también en el Centro de Neurología Avanzada de Chiclana (Cádiz), explica que habitualmente existen varios factores predisponentes como el temperamento del niño. Agrega que suelen darse en niños perfeccionistas o ante factores estresantes claros, así como frente a una predisposición genética del menor.

«Habitualmente será el pediatra el que nos diga que en principio 'todo está bien', y si le duele la barriga no es por un motivo físico. Es aquí donde podemos sospechar de su relación con otros factores. Si le duele todos los domingos por la noche, es que sigue un patrón y que puede que sea algo nervioso.

De hecho, a todos nos pasan somatizaciones. Hemos tenido que ir al baño más veces de la cuenta antes de un examen, o por ejemplo nos sudan las manos ante un evento, o nos palpita el corazón cuando estamos más nerviosos. Son somatizaciones que tenemos normalizadas en la vida diaria», aclara.

Apunta aquí que las somatizaciones más frecuentes son los dolores de barriga, sobre todo en los más pequeños, al igual que las cefaleas; pero también se encontrarían el dolor torácico o las palpitaciones, y menos frecuente son el adormecimiento a lo mejor de la mano o de la pierna, o incluso parálisis de algún miembro.

Frente a si esto es algo voluntario, o son llamadas de atención, esta psiquiatra mantiene que las somatizaciones son «totalmente involuntarias», los menores «no las hacen queriendo». Reconoce, además, que con su aparición, habitualmente, las familias se sienten muy culpables: «La somatización es una respuesta del cuerpo a diferentes factores estresantes o situaciones o dificultades de expresión emocional que no se han gestionado adecuadamente. No significa que los padres sean culpables, ni tampoco el que los niños sean conscientes de ello».

Sobre sus consecuencias, señala al absentismo escolar primeramente, pero también habla de que en muchos casos se limita la socialización de los menores con sus iguales; a la vez que ante estos procesos suelen alejarse de la normalidad. «Un niño que se encuentra mal cambia su rutina y deja de hacer las cosas que antes le gustaban», agrega.

El abordaje

Con ello, Cecilia  Hernández apunta cuál es el abordaje o tratamiento que suele seguirse en estos casos. Indica que lo primero de todo es ayudar a las familias a comprender qué sucede, y para tratarlas como tal hay que tratar a los niños con asesoramiento profesional, pero con cariño y firmeza porque hay que volver a esa normalidad. Defiende que este tipo de situaciones representan una «buena oportunidad» para mejorar las relaciones familiares, la aceptación de dificultades, y el tono de la crianza que se emplea muchas veces.

«El tratamiento sería volver a la normalidad y para ello hay que trabajar con la familia, con el niño, con el pediatra, e incluso en casos más graves realizar una rehabilitación física porque incluso hay niños que han dejado de caminar, igual que si hubiera tenido un proceso físico. Es un plan integral de rehabilitación cuyo objetivo es volver a la normalidad y comprendiendo lo que es. Suelen hacer falta varios especialistas, psicólogos, psiquiatras, y que además en la rehabilitación también se implique  el colegio y no solo la familia», concluye esta experta.