Una buena parte del colectivo de trabajadores por cuenta propia ha lanzado un SOS de auxilio para alertar la situación de sus negocios señalando que desde 2008 sus empresas no han levantado cabeza y que los pequeños repuntes registrados se vieron ahogados, primeramente, por la pandemia del coronavirus, posteriormente, por la guerra de Ucrania y, ahora, por el conflicto en Oriente Próximo.

En este contexto, la inflación y la subida de los tipos de interés están generando serias dificultades en los autónomos, ya que al menos un 38% declara tener complicaciones para hacer frente a sus facturas y compromisos de crédito, mientras que solo un 6% los afronta con normalidad, según los datos recogidos en el Financial Wellness Index (FWI).

El índice, que busca medir el bienestar financiero de los españoles, también reveló que un 16% de los autónomos encuestados denuncia que no puede hacerse cargo de los gastos regulares del mes entre tres y seis veces al año.

Entre estas partidas mensuales destacan la electricidad, el agua o los recibos de internet y telefonía móvil. Por otra parte, solo un 20% considera que su fuente principal de ingresos es recurrente y fiable.

Pese a estos datos, la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA) confirmó el dato de un aumento del 0,2% de los afiliados a la Seguridad Social entre agosto y septiembre, que sumaron 5.176 trabajadores por cuenta propia en un mes. Actualmente, la cifra de este colectivo en España se sitúa en 3.339.333 profesionales.

Los economistas subrayan que las dificultades de solvencia, así como el incremento de los tipos de interés, la carestía de todo el proceso productivo y la reducción de márgenes está provocando un impacto significativo en la estructura de costes que puede afectar a sus capacidades para operar en el corto plazo. 

De acuerdo con el último Estudio de la Gestión del Riesgo de Crédito en España, que impulsan Crédito y Caución e Iberinform, el 82% de las empresas confirmó que las subidas de tipos están recortando su capacidad para financiarse y, de hecho, el 17% del tejido empresarial habla ya de un impacto muy alto.

 En este escenario, el endurecimiento de la política monetaria por parte de los bancos centrales para frenar la inflación está teniendo efectos muy adversos entre los autónomos, como el incremento de los tipos de interés a los que se financia su actividad o el endurecimiento, asociado a las turbulencias económicas, o las condiciones de concesión de nuevas líneas de crédito.

Una vía para compensar el aumento de los costes, que es la que recomiendan los expertos a los autónomos y que no siempre se puede poner en práctica debido a la gran competencia del mercado, pasa por incrementar los precios finales de los productos y servicios que sacan al mercado para proteger los márgenes comerciales. Sin embargo, la volatilidad actual financiera que soportan las empresas es uno de los elementos determinantes de estos negocios y supone una estrategia arriesgada en un entorno inflacionista como el actual, debido a factores como la reducción del poder adquisitivo de los ciudadanos o la caída generalizada del consumo. 

El contexto de contención de la demanda está obligando a gran parte del tejido empresarial a absorber internamente el impacto de los nuevos costes financieros y a restringir el acceso a nueva financiación, deteriorando los niveles de riesgo de crédito y sus beneficios. 

Quiebra

El colectivo de autónomos pasa por una grave crisis que se manifiesta en el último barómetro publicado por el Consejo General de los Gestores Administrativos, que sostiene que 90.000 negocios están actualmente al borde de la quiebra y otros 200.000 tienen serias dificultades de liquidez debido a los problemas de financiación y rentabilidad. Un dato que completa señalando que la cifra de concursos de acreedores de profesionales por cuenta propia se duplicó en el segundo trimestre de este año.

Además, el 9% de las pymes españolas, unas 250.000 estarían recibiendo apremios y embargos por incumplimientos con la Seguridad Social y Hacienda en un contexto en el que dos de cada 10 compañías han cerrado ya en el primer semestre del año presentando pérdidas en sus balances.