Se calcula que más de 60.000 piezas de arte fueron expoliadas durante la década de los años 30 del pasado siglo en España, sobre todo en el período de la Guerra Civil. Una cifra que seguramente se queda corta al tratarse de un listado que solo recoge cuadros que fueron robados en el centro de la Península -Madrid, Guadalajara, Toledo y Cuenca- y en los territorios de Cataluña, Andalucía, País Vasco y Comunidad Valenciana.
Esa es, al menos, la previsión de distintos expertos e instituciones museísticas, entre los que se encuentra el catedrático de la Universidad Complutense Arturo Colorado, quien tiene catalogadas más de 20.000 obras artísticas sustraídas solo en el área de Madrid y su espacio de influencia natural.
Los especialistas consideran que esa ingente cantidad de cuadros confiscados durante el conflicto nacional se han desviado, principalmente, a museos, organismos públicos como ministerios o entes autonómicos o locales, y a la Iglesia.
Ángel Lizcano retrató esta romería. En este sentido, Colorado señala que, según sus investigaciones, España tiene más de 40 museos que poseen obras confiscadas y menciona entre ellos el de San Telmo de San Sebastián o el de Bellas Artes de Valencia, entre otros. «La lista es interminable, hay muchísimas piezas diseminadas por numerosos centros provinciales y autonómicos», denuncia el estudioso, mientras pone el acento en la falta de iniciativa del Ministerio de Cultura para solventar este problema o realizar un estudio minucioso sobre el material incautado durante la Guerra Civil.
El profesor también señala a otros organismos como las universidades, instituciones que según él han sido beneficiarias igualmente de estas entregas en depósito durante la posguerra. Por el momento, y tras los análisis realizados, al menos hay nueve centros académicos que poseen piezas sustraídas, entre las que se encuentran la Universidad de Barcelona, la de Oviedo, la de Murcia o la Complutense de Madrid.
El botín del estado
Pero sin lugar a dudas, son los museos estatales los grandes receptores de estos elementos confiscados, aunque las cifras bailan entre los propios investigadores. Así, mientras unos aseguran que estos centros públicos atesoran cerca de 5.500 cuadros, otros rebajan esa cifra hasta las 3.700 incautaciones.
‘El Bautizo’, de Eugenio Lucas Villaamil. Mientras, los organismos institucionales calculan en más de 2.300 las piezas que fueron confiscadas y entregadas en la posguerra, cifra que se tendría que sumar a las que se dieron a las iglesias, conventos e instituciones religiosas, o a particulares.
Solo la principal pinacoteca del país, el Museo del Prado, hizo público una lista de 25 obras de arte -23 pinturas, un frutero y un reloj- incautadas en el conflicto armado y procedentes de la Comisaría General de Patrimonio Artístico. El depósito de las mismas, entre las que destacan cuadros de Joaquín Sorolla, de Atanasio Bocanegra o de Jan Brueghel el Joven, se realizó ya en la posguerra, en la década de los años 40.
Además de este montante que poseen instituciones de todo tipo hay un conjunto de unas 2.000 obras que están totalmente desaparecidas, ya que no se sabe ni dónde ni a qué personas o entidades se entregaron después de la guerra.
Más fotos: Óleo del pintor realista Villaamil. ‘Majas obsequiando a un garrochista’, de Eugenio Velázquez. ‘Paisaje nevado’, atribuido a Jan Brueghel el Joven (1625). ‘Don Francisco Giner de los Ríos, niño’, de Manuel Ojeda. Por eso, son muchos los especialistas que reclaman una amplia investigación que contemple en toda su amplitud el legado que se perdió en el conflicto nacional y que todavía no se ha devuelto a sus legítimos herederos.