El auge de las 'cookies'

M.C. Sánchez (SPC)-Agencias
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Las populares galletas con pepitas de chocolate se reinventan y causan furor gracias a sus nuevos y originales sabores

El auge de las ‘cookies’ - Foto: Bao Nguyen

Todo un clásico en las pastelerías, tiendas, supermercados y cafeterías, donde ya llevan años cosechando éxitos de ventas, ahora se están reinventando. Son las tradicionales galletas con perlas de chocolate, conocidas mundialmente como cookies, y que están por todas partes, con una oferta tal que ni el mostruo Triki de Barrio Sésamo podría engullir.

Las cookies se han convertido en un bocado deseado que explora con éxito otros sabores, además de sus variantes sin gluten y veganas. Con múltiples formas o tamaños, las opciones para degustar este dulce, elaborado con huevos, mantequilla, harina y azúcar, son tantas que se pueden encontrar esponjosas, con su interior sólido o líquido y con los bordes ligeramente crujientes.

Con todo, la tradicional receta ha dado otra vuelta de tuerca, añadiendo ingredientes y coberturas, de tal manera que la galleta de origen norteamericano con trocitos de cacao «se ha convertido en un pastel como merienda». Así lo asegura María Fernández, directora de la escuela de cocina Hello Cookie, en Santiago de Compostela.

Clásicas, rellenas de chocolate negro, blanco o chocolate de Dubái, así como con pistacho, nueces pecanas, dulce de leche, arándanos, frutos rojos o trocitos de manzana con canela son solo algunos de los tipos de cookies que se pueden encontrar en todo el mundo.

Ciertos reposteros dan un paso más y las ofrecen con patatas fritas, sal, bacon; con sabores de licores tan reconocidos como el del mojito y el Baileys o famosos dulces que van desde el pastel de tiramisú a los bombones Ferrero Rocher, las galletas Lotus o los huevos Kinder.

Ahora tienen mayor diámetro y son más gruesas. «Admiten un montón de ingredientes y distintas coberturas, desde las coronadas con crema de chocolate blanco, ralladura de naranja, almendra o piñones hasta las cubiertas con golosinas como lacasitos o nubes», añade esta experta, a quien toda esa oferta le resulta «divertida y original».

Fernández no pasa por alto la necesidad de cubrir la demanda de personas alérgicas e intolerantes al gluten, los lácteos, los huevos o los frutos secos. «La cookie actual ya no es la clásica galleta con pepitas de chocolate que se tomaba en el desayuno, hoy esta galleta vuelve a su origen y se come como postre», dice la repostera, que recuerda que este bocado fue creado por la americana Ruth Graves Wakefield (1903-1977) por casualidad.

Corrían los años 30 del siglo XX en Estados Unidos, en Massachusets, cuando Ruth y su marido Kenneth Wakefield compraron una casa a pie de carretera entre Boston y New Bedford, hogar que convirtieron en un hostal-restaurante.

Los platos que preparaba la mujer se hicieron famosos, y de postre solía hacer galletas con una antigua receta de la época colonial. Pero un día, al disponerse a elaborarlas, no tenía ni polvo de chocolate ni frutos secos, ingredientes habituales de sus cookies. 

En su lugar, decidió añadir a la masa trocitos de chocolate pensando que se derretirían al hornealas y nadie notaria ese apaño en la receta. Sin embargo, esos trocitos mantuvieron su forma y ofrecieron una textura más suave y cremosa. El resultado sorprendió, y se hicieron muy populares.

El periódico de Boston publicó el éxito de las galletas. Bette Davis, Gloria Swanson, John F. Kennedy, Eleanor Roosevelt, Cole Porter o Joe Di Maggio, de camino a sus residencias en la playa de Cape Cod, paraban para degustar y hacer acopio de tan dulce bocado.

Pero la fama se extendió tanto que los soldados, durante la Segunda Guerra Mundial, se las pedían a sus familias y las compartían con otros compañeros.

En 1939 Andrew Nestlé convenció a Ruth Wakefield para que le vendiera la receta por un solo dólar. A priori parecería un mal negocio, pero la receta se imprimió en los paquetes de la marca y la cocinera fue recompensada con una publicidad que valía millones.