Cuando las jornadas se parecen más a las 'de radio' (todo o mucho a la vez) que a las 'de televisión' (cada partido en su sitio y horario), el contenido se democratiza. Todos son iguales. Y, de repente, el aficionado descubre cómo agonizan unos y festejan otros y juegan los de aquí y lloran los de allá. Mucho más allá del 'mainstream' representado por Real Madrid y Barça hay una Liga apasionante a la que prestamos atención solo en los últimos dos-tres partidos. Sin saberlo, el 'futbolero' que ha pasado olímpicamente de unos y otros durante treinta y pico jornadas empatiza con los verdes o los rojos o los blancos y descubre que puede pasárselo genial en la piel de otros. A ver si estamos en 'esto' más por la emoción que por el juego en sí... 

Once equipos

Hablando de emociones precisamente: los seis principales puestos europeos están decididos y dos billetes de descenso, sellados (cayó finalmente el Espanyol, que tiene derecho a quejarse de los últimos dos arbitrajes, sí, tanto como a hacer autocrítica por las 36 jornadas precedentes). A partir de ahí, 11 equipos llegan a la última jornada con quehaceres: la séptima plaza, que da derecho a Conference League, tiene cinco pretendientes; el último puesto de descenso, seis que quieren evitarlo. Por cierto, desde la 10/11 -en la que terminó bajando el Deportivo- no había seis equipos luchando en la última jornada por evitar bajar. Tiene cierto mérito haber llegado a la 38ª jornada con un solo protagonista en 'tierra de nadie', el Mallorca. 

La presión

Existe una teoría (no científica) que dice que en un partido entre un equipo que se juega algo y otro que no se juega nada, ganará el primero. Hay otra, sin embargo, que la contradice frontalmente: entre un equipo presionado por jugarse algo y otro 'suelto' que no se juega nada, las posibilidades de que gane el segundo son grandes. El Elche no ha perdido ni un solo partido (dos victorias y dos empates) desde que consumó su regreso a Segunda División. Para pensárselo.