Hasta aquí. La escasez de productos básicos, alimentos y medicinas, los rutinarios cortes de electricidad en algunas regiones y la generalización de tiendas de pago exclusivo en divisas han provocado las mayores protestas antigubernamentales en Cuba en casi tres décadas y han desatado una tensión inédita en una nación sumida en una crisis financiera agravada ahora por la pandemia de coronavirus y el incremento de las sanciones de Estados Unidos.
El deterioro de la economía de la isla se ha agravado por los efectos de la COVID-19 en el sector turístico, una de las mayores fuentes de ingresos de un Estado muy dependiente de esa entrada de capital y que sigue acusando el bloqueo de EEUU y el retraso en sus reformas.
El desgaste acumulado de años intentando mantener a flote la precariedad familiar, reflejo de la economía que se desplomó un 11 por ciento en 2020, ha sido uno de los catalizadores de las protestas antigubernamentales. Todos los indicadores de Cuba, que prevé este año un déficit fiscal equivalente al 18 por ciento de su PIB, provienen del Estado y son difíciles de contrastar, ya que la isla no forma parte de organismos internacionales como el Banco Mundial o el FMI.
La nación recibió el año pasado un 90 por ciento menos de visitantes que en 2019, un desplome no solo en las arcas estatales, sino también en el hasta entonces pujante sector privado.
Los envíos de petróleo venezolano subsidiado que La Habana recibe desde hace dos décadas también han caído en picado por la crisis en el país suramericano.
La pandemia sacó a flote los problemas económicos arraigados desde el «período especial» de los años 90, cuando el país se quedó sin su principal benefactor económico: la Unión Soviética. Desde entonces, especialmente en los últimos dos años, han prevalecido los momentos de escasez, siempre bajo las draconianas sanciones de EEUU, mientras el Gobierno sigue estudiando cómo reanimar el modelo económico centralizado vigente desde hace 60 años con unas reformas aún demasiado lentas.
Cuba estrenó 2021 con la Tarea Ordenamiento, una de las reformas económicas más complejas, pospuesta durante casi una década. Esta estrategia pasó por una unificación monetaria y cambiaria, el incremento de precios, salarios y la reducción de los subsidios y una consecuente devaluación del peso cubano e inflación disparada. A juicio del economista cubano Pedro Monreal, a seis meses de ser implantada, «lejos de unificación monetaria se ha producido una creciente dolarización parcial, hay una disparidad enorme entre la tasa de cambio oficial y la tasa informal, no se contiene la inflación y han crecido los subsidios».
Caída de las visitas
Unos 64.712 turistas extranjeros visitaron Cuba entre enero y abril pasados, apenas el 6 por ciento de los 983.099 que lo hicieron en el mismo período de 2020, según la Oficina Nacional de Estadística e Información. Antes de la pandemia, el turismo representaba la segunda fuente oficial de ingreso de divisas -solo por detrás de la venta de servicios profesionales al exterior- y aportaba cerca del 10 por ciento del PIB. A falta de datos oficiales, se cree que la primera fuente real de divisas son las remesas. La isla aspiraba a recibir el año pasado cerca de 4,5 millones de visitantes internacionales y revertir la bajada de un 9,3 por ciento de 2019.
La mayoría de los hoteles cubanos, todos estatales, opera en régimen mixto de administración con empresas extranjeras entre las que España tiene un peso importante, al controlar el 70 por ciento de las habitaciones de la isla.
La Habana acusa a Washington de haber aprovechado la pandemia para aumentar la presión, estrategia que según el Gobierno provocó el último año pérdidas récord de 9.157 millones de dólares, la mayor cifra denunciada desde el inicio de las sanciones hace casi 60 años.
A ello y la pandemia achaca fundamentalmente su Gobierno su actual situación de impagos a sus acreedores internacionales, especialmente los clubes de París y Londres con los que alcanzó acuerdos de reestructuración en 2015 que acaban de ser modificados sin que se conozca su contenido.
Unas 508 empresas estatales cubanas registran pérdidas desde la Tarea Ordenamiento, que según el ministro de Economía, Alejandro Gil, mostró la realidad de muchas compañías que ya estaban en números rojos y daban pérdidas al Estado. Gil aseguró que, por contra, 1.304 compañías estatales han logrado beneficios desde entonces. Las múltiples tasas de cambio de las dos monedas existentes en Cuba hasta la unificación, el peso cubano CUP y el convertible CUC (paritario al dólar), distorsionaron por años la contabilidad de las compañías estatales al no mostrar su estado real.
Comida en dólares
Otro factor crucial del malestar es la concentración de los alimentos y productos básicos en tiendas de pago exclusivo en divisas pese a que la mayoría de la población cobra sus salarios en pesos cubanos.
Estas tiendas abrieron a finales de 2019 y han ido creciendo y concentrando la escasa oferta como estrategia oficial para recaudar divisas, lo que ha provocado que la población denuncie un apartheid entre quienes tienen acceso a moneda fuerte y quienes no.
Cuba importa más del 80 por ciento de los víveres que consume y la reforma agrícola para aumentar la producción de alimentos es parte de los cambios previstos pero ha tardado una década en cuajar y aún no ha dado frutos.