Tiempo de reflexiones

Agencias-SPC
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Descubrir la vida con los ojos del escritor Chirbes, de un albañil, de un ecologista o del columnista Montano pone en valor que los diarios impresos son una mina de sentimientos

Tiempo de reflexiones

La vuelta al día a día rutinario puede ser propicia para empezar a escribir y, quizá para animar al lector en esta tarea. Y las librerías españolas han dado espacio preferente a la mirada íntima que plasmaron el escritor  Rafael Chirbes, un peón de albañil, un naturalista, o el crítico y columnista José Antonio Montano.

Así, el tercer y último tomo de los diarios de Chirbes (autor de obras como Crematorio, Mediterráneo o El novelista perplejo) reúne las anotaciones de diversos cuadernos escritas entre 2007 y 2015, año de su fallecimiento.

En A ratos perdidos 5 y 6 (Anagrama) aparecen las dudas y las crisis en la escritura, las conversaciones con su editor barcelonés, la repercusión de la publicación y algunos desencuentros con la prensa, los peajes de la vida literaria, y algunos comentarios muy ácidos sobre varios escritores coetáneos.

La última anotación es de 45 días antes de fallecer: «Hace meses que estoy pensando lo peor, pero no tengo muchas ganas de vivir que digamos, y calculo que no es mal momento, antes de que empiecen las limitaciones de verdad, las dependencias ajenas. Lo que sea y cuando sea, con tal de que no resulte desagradable. Luego pienso en los animalitos, en mis perros y mis gatos, ¿qué hacer con ellos? ¿Dejarlos en manos de quién? Y no tengo tan claro que el momento sea tan bueno como me había dicho antes, y pienso que ojalá no sea lo que llevo meses imaginando».

Sus diarios, dice el crítico y columnista José Antonio Montano, son «la constatación de que la vida no es suficiente», y por eso estas anotaciones hechas entre 1989 y 1999 (entre sus 22 y sus 33 años) y revisadas ahora para Oficio Pasajero (Sr. Scott), oscilan entre el anhelo, la pereza y la nostalgia por lo que teme que nunca sucederá.

Es el spleen del que hablaba Ernst Jünger, uno de los principales autores que desde aquellos años acompaña a Montano, una angustia vital que empapa sus vivencias cotidianas y reflexiones. Al mismo tiempo disfruta de amistades, amores más bien platónicos y aficiones como el ciclismo y la música brasileña en Málaga capital y la villa de Almogía, mientras decide qué hará con su vida.

«Este mediodía, en la bicicleta, pedaleaba sin salir de mí, sin poderle prestar atención al sol ni a las sensaciones de mi cuerpo. Es como si cada vez estuviese más encerrado, pero sin alcanzar por ello intimidad», comienza su primera anotación del año 1993. ¿Qué pasa por la cabeza mientras se trabaja en el tajo?

El Diario de un peón (Periférica), considerado un clásico de la llamada «literatura proletaria», fue escrito por el poeta francés Thierry Metz (1956-1997) mientras trabajaba durante seis meses en los andamios para reconvertir una antigua fábrica de zapatos en un edificio de viviendas de lujo.

El agotamiento de sus jornadas da solo espacio para una prosa condensada y lacónica que, sin embargo, se traduce en una prodigiosa riqueza de imágenes, entre la crudeza, el embrutecimiento, la fatiga y sus ensoñaciones y observaciones del cielo o el transcurso de las estaciones.   

Culto a la madera

Impedimienta recupera los Diarios del bosque de Roger Deakin, donde el autor de los clásicos Diarios del agua habla de su amor por la madera, -que define como el «quinto elemento»-, y de sus viajes no solo por su Inglaterra natal sino también por los Pirineos, Australia o Asia Central.

El ecologista y también documentalista, que falleció en 2006, presenta el bosque, además de como el espacio que garantiza la vida, como el fértil albergue de artesanos, mimbreros o recolectores de nueces, así como de plantas, bardas, pájaros y polillas.

 

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