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Malcolm X, símbolo de la lucha racial en EEUU

Javier Otazu (EFE)
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El espíritu del activista afroamericano, que este año hubiese cumplido un siglo de vida, sigue presente en el país por combatir la segregación

Malcolm X, símbolo de la lucha racial en EEUU

Lo bautizaron como Malcolm Little y lo enterraron como Al Malik Al Shabazz, pero fue Malcolm X quien hizo temblar el alma de América, que con esa equis aludía a su identidad borrada por el esclavismo.

Este activista afroamericano habría cumplido este año un siglo de vida, pero fue abatido a tiros antes de cumplir 40 en 1965, en una década particularmente violenta en EEUU en la que también fueron asesinados el presidente Kennedy y al otro gran líder negro y rival de Malcolm, el pastor baptista Martin Luther King.

En una ocasión declaró: «La no violencia está bien, mientras funcione. Cuando es defensa propia, yo lo llamo inteligencia». Esa idea, y lo que tenía de oposición al pacifismo radical de Luther King, es la que marcó aquellos convulsos años 60, claves en la lucha contra la segregación racial.

Malcolm Little nació el 19 de mayo de 1925 en Omaha (Nebraska), en una familia de siete hermanos, hijos de dos miembros de una iglesia baptista muy activa, ambos concienciados sobre la discriminación de los afroamericanos.

El padre falleció cuando él tenía seis años en un oscuro accidente de tráfico y la madre sacó adelante sola a la familia. Pero en 1938, tras sufrir un ataque de nervios, los servicios sociales le retiraron la tutela de sus hijos y pasaron a vivir en familias de acogida.

Pese a todas las desgracias, Malcolm brilló en una escuela en la que a veces era el único niño de color, pero recordaría siempre que un día, cuando manifestó su deseo de convertirse en abogado, su maestro le dijo, condescendiente, que ese «no era un objetivo realista para un negro» y que se dedicase a algún trabajo manual más propio de su raza.

Así, abandonó la enseñanza secundaria en 1941 y dos años más tarde se mudó a Nueva York, concretamente al bullicioso barrio de Harlem, donde el cineasta Spike Lee, en la memorable película X de 1992, lo retrató como un dandy caradura y simpático que vivía de la pequeña delincuencia, aunque otros biógrafos creen que también practicó el proxenetismo.

Dio con sus huesos en la cárcel y fue allí donde John Benbry, un preso muy politizado, miembro de la Nación del Islam, cambió radicalmente su vida y lo convirtió en un activista por la negritud que consideraba que los negros de EEUU no debían buscar la integración, sino la separación de los blancos y su retorno a la madre África. Fue entonces cuando adoptó la X como apellido.

Cuando salió de prisión en 1952, el FBI ya seguía su rastro: sus discursos incendiarios en los que coqueteaba con el comunismo y con la violencia lo habían convertido en una amenaza pública por su ascendiente sobre la población negra y porque muy pronto su popularidad había rebasado la de Elijah Muhamad, que desde Chicago gobernaba con mano de hierro la Nación del Islam.

Un líder nato

Malcolm lo tenía todo para convertirse en un líder natural: una altura imponente y un cuidado aspecto, con barba atildada y trajes ceñidos con corbata estrecha.

Era natural que tarde o temprano chocase con el otro líder negro por antonomasia de aquel momento, Luther King, adepto a la resistencia no violenta. Malcolm X acusaba a su rival de ser demasiado acomodaticio con el poder blanco, a lo que el baptista respondía: «Esos discursos ardientes y demagogos en los guetos negros, que llaman a sus gentes a alistarse para la violencia, no traerán más que dolor».

Pero aquellos discursos que disgustaban a Luther King hicieron de Malcolm X una estrella admirada por la naciente generación de líderes de los nuevos países que habían logrado la independencia gracias, casi siempre, a la lucha armada, como Fidel Castro o Gamal Abdel Nasser, que propiciaron un discurso en el recinto de Naciones Unidas en el año 1960. También el boxeador Mohamed Ali, ídolo entre la población negra, se acercó al activista: les unía su discurso racial y su religión por adopción.

Nuevo frente de acoso

Hacia 1963, las relaciones entre Malcolm y Elijah Muhamad habían tocado fondo, y el primero abandonó la Nación del Islam con el anuncio de que encabezaría un nuevo grupo, lo que enfureció al fundador y abrió un nuevo frente de acoso contra él.

Al año siguiente Malcolm X, que ya pedía ser llamado solo por su nombre musulmán, Al Malik Al Shabazz, hizo un viaje a La Meca que resultó para él trascendental: la visión de tantos correligionarios de todos los colores dando vueltas en torno a la Kaaba le hizo cuestionarse todas sus ideas anteriores sobre la incompatibilidad racial.

A su regreso a Estados Unidos, comenzó a adoptar un tono distinto y a alejarse de los anteriores llamamientos a la violencia. Pero ya entonces se había ganado demasiados enemigos. Un día de febrero de 1965, cuando daba un discurso en una sala de Harlem, fue abatido con 21 disparos.

Se culpó de inmediato a tres miembros de Nación del Islam, que pasaron 20 años de cárcel hasta demostrarse su inocencia, gracias en buena parte a una serie de Netflix.