Al borde del abismo

M.R.Y (SPC)
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Las elecciones más imprevisibles de los últimos años podrían dar un vuelco total en un país cada vez más descontento con su clase política

El primer ministro, el conservador Kyriakos Mitsotakis, aspira a revalidar el cargo, aunque sin la mayoría absoluta con la que cuenta actualmente. - Foto: EFE/EPA/GEORGE VITSARAS

Si hace una semana Turquía se enfrentaba a una de las citas electorales más inciertas de su Historia, su vecina Grecia le sigue los pasos y celebrará este domingo las legislativas -también adelantadas- más imprevisibles de los últimos años. Y lo hará con la incertidumbre de si habrá algún candidato que consiga formar un Gobierno o si, como en la nación otomana, se tiene que enfrentar a una segunda vuelta que trate de poner orden.

En Turquía, fue un devastador terremoto y sus terribles consecuencias el que obligó al Gobierno de Recep Tayyip Erdogan a anticipar los comicios. Al otro lado del Egeo, el primer ministro heleno, Kyriakos Mitsotakis, también se vio forzado a llamar a las urnas antes de lo pensado por culpa de una tragedia: un accidente ferroviario cerca de Atenas que se cobró 57 vidas el pasado mes de febrero.

El siniestro, el más mortal desde 1968, se produjo después de que dos trenes colisionaran por lo que Mitsotakis consideró «un trágico error humano». Sin embargo, las calles clamaron contra la mala gestión del Ejecutivo, al considerar que lo ocurrido podía haberse evitado. La ira quedó reflejada en masivas manifestaciones contra el Gobierno y el premier, consciente de que su imagen y popularidad comenzaron a ir en caída libre, decidió adelantar unos comicios previstos para julio y evitar así una debacle. Sin éxito. Ya ha comenzado.

Todo apunta a que el conservador Nueva Democracia (ND) de Mitsotakis no revalidará -ni de cerca- la mayoría absoluta con la que cuenta ahora. De hecho, se verá abocado a buscar alianzas frente a una izquierda que podría acabar arrebatándole el poder. 

El reto es aún mayor, porque Grecia estrenará en esta cita un nuevo sistema electoral proporcional que elimina el bonus de 50 escaños para el partido que obtenga más votos, lo que facilitaba la gobernabilidad en solitario. Ahora, los 300 escaños en juego se repartirán completamente en las urnas. Eso, siempre y cuando se pueda evitar una segunda vuelta, que se antoja la opción más probable.

ND encabeza los sondeos con hasta un 36 por ciento de los votos, frente al 29 que lograría la izquierdista Syriza de Alexis Tsipras y al cerca del 12 por ciento que podría obtener el socialista PASOK.

Entre estos tres partidos se repartirán las cartas de una baraja cada vez más ajada, muy desgastada por el cada vez mayor hastío de una población descontenta con su clase política y que exige un cambio completo. No en vano, la abstención en la última cita electoral (2019) fue del 42 por ciento -la más alta en unos comicios en la Unión Europea- y se teme que en esta ocasión pueda incluso superarse.

Más allá del clamor general por el accidente ferroviario, la economía vuelve a ser el gran lastre que acarrea un Mitsotakis que no ha sido capaz de paliar la inflación galopante, que ha llegado a superar el 10 por ciento. Y es al palo ardiendo al que se aferra Tsipras, quien ya se erige en el único político que fue capaz de plantar cara a la UE en la crisis financiera de la década pasada y acusa al conservador de gobernar para «pocos y poderosos».

Con los ultraderechistas Griegos por la Patria -herederos del nazi Amanecer Dorado- excluidos de estas elecciones, Nueva Democracia pretende aprovecharse de la gran división existente en la oposición para seguir en el poder, aunque sea con alianzas puntuales. En caso de no conseguirlo, Mitsotakis no dudará en convocar una nueva cita en julio. Entonces, el bonus de 50 diputados regresará y la fuerza más votada -previsiblemente la suya- tendrá su premio. Y su Gobierno.