La apicultura no florece

SPC
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En el Día Mundial de las Abejas Unión de Uniones critica que las ayudas no logran compensar el incremento de los costes de producción y COAG pide un plan de rescate ante la «quiebra técnica del 50% de las explotaciones»

La apicultura no florece - Foto: Jesús J. Matías

El pasado 20 de mayo se celebró el Día Mundial de las Abejas, instituido en 2017 por la Agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) porque estos insectos desempeñan un «papel vital» en la supervivencia de los ecosistemas y el incremento de la biodiversidad, por lo que es necesario «promover acciones que protejan a los polinizadores y sus hábitats». Esta entidad asegura que el 75% de los cultivos de alimentos depende de la polinización de insectos como las abejas, unas cifras que se elevan hasta el 90% en el caso de las plantas silvestres con flores. Por ello, su papel es «fundamental» para la producción de muchos alimentos y, en general, para todo el sector agroalimentario.

En los últimos tiempos, el papel indispensable en el cuidado de la biodiversidad que desempeñan los apicultores se ha visto empañado por la situación crítica que viven: incremento de precios en los insumos, feroz competencia con el mercado de terceros países y la terrible sequía que estamos sufriendo, que reduce a mínimos el alimento natural disponible para las abejas. Además, la salud de las colmenas se ha visto amenazada con más virulencia en los últimos años por la varroa, un ácaro que afecta a estos insectos y que el propio Ministerio de Agricultura señala en un informe como uno de los factores de riesgo para la mortalidad.

«Estas diminutas criaturas desempeñan un papel vital en la supervivencia de nuestros ecosistemas, asegurando con su meticuloso trabajo la reproducción de muchas plantas, apoyando la regeneración de los bosques y mejorando la cantidad y calidad de la producción agrícola», explica la agencia de Naciones Unidas. Por ello es necesario «promover acciones que protejan a los polinizadores y sus hábitats».

Para apoyar a los apicultores y sus colmenas, el Gobierno aprobó hace unos días ayudas de cinco millones para el sector, incluidas dentro de los 784 millones que se destinarán a todo el sector agrario para paliar los efectos de la sequía y la guerra de Ucrania. Sin embargo, el sector no ha quedado satisfecho.

Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, tras analizar el Real Decreto sobre las ayudas destinadas al sector apícola, critica que éstas se muestran «del todo insuficientes y mal planteadas desde el principio», sin poder resolver la situación por la que pasan los apicultores que han visto cómo se han duplicado sus costes de producción en el último año. La organización destaca que la propia norma reconoce que el contexto de sequía y el conflicto bélico en Ucrania no ha hecho sino agravar la crisis que ya atravesaba a lo largo de los últimos años la apicultura: problemas sanitarios y climatológicos que afectan a la producción, importación masiva de miel a precios reducidos, impacto del encarecimiento del combustible -especialmente a la apicultura trashumante-, etc.

Unión de Uniones se muestra contrariada porque, a pesar de conocer la situación, el Gobierno dota de un apoyo de apenas cinco millones a todo el sector, haciendo que los valores de la ayuda sean muy bajos y no cubran más que una mínima parte de los costes reales de los apicultores. Y es que los gastos de producción en el sector apícola se han disparado como consecuencia del aumento de precio de las materias primas y la necesidad de aumentar tratamientos y alimentación de las abejas debido a la situación de sequía que se está viviendo en los últimos años. Por ejemplo, de gastar unos 9 euros por colmena en alimentación en 2021 se ha pasado a los 19,2 euros por el incremento del coste y por la sequía, que alarga el periodo de alimentación. Asimismo, en carburantes se ha pasado de necesitar 10,75 euros por colmena en 2021 a los 15,56 de 2022. Por ello, Unión de Uniones advierte que es necesario un apoyo económico real para mitigar el impacto de la guerra en el aumento de los costes de producción de las explotaciones.

Además, considera que, si bien el Ministerio enfoca el escaso presupuesto en apicultores profesionales, la forma de plantearlo deriva en grandes diferencias entre beneficiarios, de forma que dentro de los tres rangos de apoyo según el número de colmenas se dan diferencias de hasta 3,67 euros por colmena entre unos apicultores y otros.

Por estos motivos, Unión de Uniones pide al Gobierno que incremente sustancialmente los valores de la ayuda y se complementen en cada comunidad autónoma, como se ha hecho en otros sectores ganaderos, para asegurar la sostenibilidad y continuidad de esta actividad esencial. Solicitan asimismo que también se tenga en cuenta la situación real del sector apícola y que se establezcan medidas de apoyo adecuadas para afrontar los desafíos derivados de las condiciones climáticas adversas, de los depredadores que provocan una merma constante de la población en la colmena -como el abejaruco y la velutina- y de los graves problemas sanitarios que sufren las colmenas.

COAG.

Por su parte, COAG considera que las ayudas para la apicultura que anunció el Gobierno son «absolutamente insuficientes». «Se reparte miseria. 800 euros para un apicultor con la que está cayendo es insultante. Sólo el coste de alimentación suplementaria de las abejas por la ausencia de floración supone 7.200 euros al mes en una explotación media (400 colmenas)», subraya Pedro Loscertales, responsable del sector apícola de la organización.

COAG habla de incertidumbre y pérdidas inasumibles por la sequía para el ejercicio 2023. Sus previsiones apuntan a una «pésima campaña» que no superará el 15% de una cosecha normal. Se da prácticamente por perdida la cosecha de miel de romero y tomillo y la de azahar se verá reducida a la mitad respecto a la media de los últimos años. «Por delante tenemos la miel de retama y el eucalipto, cuya producción es siempre incierta y poco representativa respecto a la producción total de primavera. Además, la producción de polen también ha sido muy baja», comenta Loscertales.

Como Unión de Uniones, COAG incide en que el coste en alimentación se ha disparado en primavera debido a la ausencia de floración y añade que se ha agravado la presencia de abejarucos en los colmenares. También existe incertidumbre en relación a los enjambres. Según aseguran desde la organización, es posible que muchos no salgan adelante y, los que lo consigan, lo harán a costa de una importante inversión en alimentación de las abejas (coste de 18 euros por colmena).

De ahí que COAG califique de «absolutamente insuficientes» las ayudas y manifieste su disconformidad con la propuesta del Ministerio de Agricultura. Loscertales demanda que la ayuda incluya a todas las explotaciones profesionales (independientemente de que sean estantes o trashumantes). «Insistimos en que es importante que la ayuda pueda llegar a todos los profesionales (y no sólo a los trashumantes). El sector lleva demandando ayudas directas desde julio de 2022 y está atravesando una situación excepcional y requiere de medidas excepcionales. Los cinco millones son un parche de cara a la galería. Conviene no olvidar que el sector está compitiendo en el mercado con importaciones fraudulentas que entran a precios por debajo de costes de producción en el mercado europeo», ha apuntado Loscertales.

Ante estas circunstancias, una parte creciente de los apicultores se están viendo obligado a dejar la actividad y buscar alternativas laborales entre otros sectores como la construcción o la hostelería. «Tres campañas consecutivas sin apenas producción y con precios por debajo de costes hacen insostenible la situación. Hay quiebra técnica en más del 50% de los colmenares de nuestro país, desgraciadamente por cuestiones que no dependen de nosotros como es el clima. Necesitamos un ambicioso Plan de Rescate para el sector apícola español», ha afirmado el responsable del sector de COAG.

 

Importaciones masivas.

Por otra parte, Unión de Uniones destaca que además de un escenario productivo cada vez más complicado, las importaciones masivas de terceros países como Argentina, China, México, Turquía, Ucrania y Uruguay a precios extremadamente bajos terminan por dinamitar la viabilidad del sector. En este sentido, la organización reclama que la miel importada alcance los mismos estándares de calidad que la miel que se produce en la UE, y especialmente en el acuerdo Mercosur, que facilitaría aún más la entrada de miel de varios países de Sudamérica de los que actualmente se importan grandes cantidades. Además demanda una actualización inmediata de los métodos de detección de adulteraciones y mezclas con jarabes de forma masiva, como recientemente se ha conocido que ocurre en gran parte de las mieles importadas por la UE.

También incide en este asunto el veterinario y biólogo de la Agrupación de Defensa Sanitaria Apícola (apiADS) Enrique Simó Zaragoza, que habla de situación «límite», ya que «las tres últimas tres campañas han sido las peores que se recuerdan» con un 50% de bajas y la cobertura de solo el 20% de producción, lo que «ha hundido el mercado con un récord de importaciones de miel de terceros países». Además incide en el «desastre ambiental y económico» que supone el declive de la apicultura, «un oficio milenario que regala al ecosistema millones de euros en polinización».

 

Un líder en calidad con los productores hundidos.

Las mieles más habituales en los supermercados son multiflorales o monoflorales. Las primeras proceden del néctar que recogen las abejas de diversas flores, lo que hace imposible identificar su procedencia exacta; mientras que las segundas provienen de una especie vegetal concreta y poseen características organolépticas muy específicas. También hay una tercera variedad, la miel de mielada, que las abejas elaboran a partir de diferentes secreciones de plantas y frutos.

España cuenta con una gran oferta de mieles multiflorales y monoflorales, muchas con calidad diferenciada y reconocidas bajo las certificaciones Denominación de Origen Protegida (DOP) o Indicación Geográfica Protegida (IGP). En concreto, a lo largo de nuestro país ya hay cinco DOP (Miel de Granada, Miel de La Alcarria, Miel de Liébana, Miel de Tenerife y Miel de Villuercas-Ibores) y una IGP (Miel de Galicia). En tanto, otras tres mieles se encuentran actualmente en proceso de reconocimiento en la Comisión Europea: Miel de Málaga (DOP), Miel de Ibiza (DOP) y Miel de Asturias (IGP).

Esta situación sitúa a España en los puestos de cabeza en cuanto a mieles europeas con calidad diferenciada, pues sólo Portugal -con nueve DOP registradas- supera esa cifra. No obstante, cabe destacar que las mieles con DOP e IGP aún representan el 1,6% del volumen de la producción nacional y que solo unas 85.000 colmenas de los más de tres millones que existen en nuestro país están adscritas a alguna de estas figuras de calidad.

 

Algunas cifras.

España cuenta con 36.475 explotaciones apícolas (datos REGA, julio 2022), lo que supone un aumento del 3,3% respecto al anterior ejercicio. De ellas, alrededor del 18% son profesionales (más de 150 colmenas), que acaparan el 80% de los aproximadamente tres millones de colmenas existentes, según el último informe aportado por el Ministerio de Agricultura. El número de instalaciones en España ha aumentado en torno al 47% en el periodo 2010/2022.

Por otro lado, los últimos datos cerrados de producción de miel en España son de 2020, cuando se obtuvieron en el país 30.500 toneladas, un 9,3 % menos que en 2019.