Récord en empleo y en precariedad

Carlos Cuesta (SPC)
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En un escenario en el que España rompe por primera vez el techo laboral con más de 22 millones de ocupados en el primer semestre, más de seis millones se encuentran en una grave situación de infrautilización y vulnerabilidad

Récord en empleo y en precariedad - Foto: asanmarti

El mercado laboral español sufre la triste paradoja de que mientras en el primer semestre del año se ha registrado un récord de 22.268.700 trabajadores, según la última EPA, hay más de seis millones que viven entre el subempleo, la parcialidad involuntaria y la rotación constante lo que deja en evidencia que la estabilidad sigue siendo una asignatura pendiente.

La reforma de Trabajo de 2021 logró reducir el número de contratos temporales en el país pero, cuatro años después, los expertos coinciden en que la pobreza en el empleo no ha desaparecido, sino que ha cambiado de forma. A cierre del primer trimestre de 2025, el mercado nacional mostraba signos de fatiga al crecer el subempleo y cronificarse los contratos a tiempo parcial no deseado, lo que hace que España lidere los rankings europeos de paro y rotación laboral.

Según el INE, el desempleo se redujo el pasado junio en 48.920 personas hasta situarse en los 2,4 millones, el dato más bajo desde hace 17 años. 

Una evolución positiva dado que, según las cifras de la última EPA, la tasa de temporalidad descendió al 15,1%, muy por debajo del 26,3% de antes de la reforma, lo que indica que una gran parte de la contratación de los últimos años carece de continuidad y calidad.

En este escenario, los analistas sostienen que uno de los efectos más notorios de la reforma fue el crecimiento de las altas de fijos discontinuos. Desde 2021, se han registrado más de tres millones de contratos de estas características, pero según la Seguridad Social, apenas medio millón están activos de forma regular todo el año.

Para Florentino Felgueroso, economista de Fedea, este modelo de empleabilidad ha servido para «maquillar las cifras de temporalidad». A su juicio, los trabajadores que encadenan estos contratos trabajan muy pocas semanas al año, con ingresos inestables y sin garantías, lo que califica de precariedad, aunque formalmente sea indefinido.

Esta realidad afecta de forma estructural al mercado laboral nacional. Se estima que más de seis millones de personas, sumando empleos a tiempo parcial involuntario, contratos con ETT, fijos discontinuos inactivos, ERTEs prolongados y desempleados desanimados, se encuentran en una situación de infrautilización y vulnerabilidad laboral, según las estimaciones de otros organismos independientes como Funcas y el BBVA Research.

Asimismo, España sigue siendo, junto a Grecia y Portugal, uno de los Estados con mayor desempleo de la Unión Europea, con una tasa del 10,4%, que casi duplica la media comunitaria (6,2%). Además, según Eurostat, el país encabeza el ranking de transiciones desde el empleo hacia el desempleo: casi un 3% de los ocupados pierde su puesto de trabajo cada trimestre, lo que pone de manifiesto una alta rotación.

Aunque la temporalidad ha descendido, España aún se sitúa en la tercera posición en la UE en empleo temporal, solo superada por Países Bajos y Portugal. A diferencia de otras naciones, esta circunstancia no se concentra en sectores estacionales, sino que está extendida a todo el tejido productivo.

La debilidad del mercado se ve agravada por la falta de mejora salarial. A pesar del aumento de la productividad y del crecimiento del empleo, la remuneración media sigue siendo insuficiente para mantener el alto coste de vida.

El gran reto

El desafío ya no es solo crear empleo, sino que sea de calidad. La OCDE y la Comisión Europea instan a España a abordar el problema del subempleo y la rotación, y a adoptar reformas estructurales orientadas a mejorar la productividad, elevar los salarios reales y reducir la segmentación.

Entre las propuestas, destacan establecer límites y seguimiento a los empleos fijos discontinuos, incentivar la jornada completa, fomentar la formación y la movilidad, reforzar la inspección sobre fraude en contratación y vincular aumentos salariales a productividad y rentabilidad empresarial.

El país ha avanzado en la lucha contra la temporalidad, pero sigue aún lejos de garantizar un empleo estable y digno para la mayoría. De esta forma, mientras millones de trabajadores continúen atrapados en fórmulas de subempleo y precariedad encubierta, la recuperación laboral será más estadística que real.