Toyota se sacudió ayer los fantasmas del pasado y, sin que casi nada le fallara, se impuso por primera vez en las 24 Horas de Le Mans, un triunfo que llegó por la implacable actuación del TS050 Hybrid número ocho, en el que el español Fernado Alonso imprimió su sello de piloto excepcional con una actuación de madrugada soberbia que sirvió el triunfo en badeja al equipo formado también por Kazuki Nakajima y Sebastien Buemi.

La marca japonesa quería al asturiano para esta prueba y el bicampeón de Fórmula Uno no decepcionó mostrando su mejor versión al volante que, unida a la fiabilidad a prueba de bombas de su coche, permitieron a Toyota enterrar una serie de episodios malditos en el circuito de La Sarthe.

La victoria nipona se fraguó en el turno de noche que hizo Alonso, un fantástico relevo que arregló el fallo previo de Buemi. El suizo entró a más velocidad en una curva, cometiendo una infracción y siendo penalizado con parada en ‘boxes’ de un minuto. Tocaba remontar. Y apareció entonces, en plena madrugada, el piloto español para dar una lección de pilotaje que le permitió recortar 93 segundos en 43 vueltas, guiando a su equipo hacia el éxito.