Vecinos, pero mal avenidos

EFE
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La relación entre España y Marruecos está marcada históricamente por graves desencuentros, con el Sáhara y las Ciudades Autónomas en la mayoría de las polémicas

Vecinos, pero mal avenidos - Foto: JALAL MORCHIDI

La actual crisis de inmigración en Ceuta se suma a otra larga lista de desencuentros entre España y Marruecos como la de la soberanía del Sáhara, cuya anexión al país vecino se produjo en 1975, o las recurrentes reivindicaciones soberanistas de Rabat sobre Ceuta y Melilla, que han enturbiado la buena vecindad.

La entrada masiva de sin papeles en territorio español, aprovechando la pasividad de las Fuerzas Armadas del reino alauita obligaron al Gobierno de Sánchez a movilizar al Ejército, al tiempo que ha advertido a la nación africana de que defenderá la integridad territorial de sus fronteras ante cualquier desafío y «con todos los medios» a su alcance.

Este episodio se produce después de que el pasado 22 de abril se desvelara que el secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, se encontraba hospitalizado en Logroño por coronavirus, lo que ha sido justificado por el Ejecutivo por motivos humanitarios. Una explicación que no convenció a Rabat, que lo calificó de deplorable y llamó al embajador español para pedir explicaciones y avisó de que este acto «tendría consecuencias».

No es el primer enfrentamiento entre los países vecinos, y posiblemente no será el último. El Sáhara es desde 1975 motivo de conflicto en tanto que la postura española sobre la soberanía de este territorio siempre fue defender los acuerdos de la ONU de celebrar un referéndum. De hecho, una de las últimas crisis antes de la de Ceuta se desencadenó en noviembre de 2020 después de que el entonces vicepresidente segundo y socio de Pedro Sánchez en el Gobierno, Pablo Iglesias, publicara el siguiente tuit: «Reitera su empeño en que celebre, sin más demora, un referéndum libre, limpio e imparcial para la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental. Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (13 de enero de 1995)». A ello se sumó la reunión que mantuvo el entonces número dos de Iglesias, Nacho Álvarez, con la representante del Frente Polisario, Suilma Hay Emhamed Salem, a la que se refirió como «ministra» en las redes sociales. El enfado del Ejecutivo alauita fue tal que la visita de Sánchez a Rabat en febrero de 2021 fue aplazada sin fecha.

Por otro lado, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla han sido siempre objeto de tensión por parte de Marruecos. Entre los puntuales desencuentros, un momento complicado tuvo lugar al aprobarse los Estatutos de Autonomía de ambas regiones, en 1994, que obtuvo como respuesta una ofensiva diplomática de Rabat al solicitar a la ONU la «devolución» de estos territorios.

De nuevo las relaciones quedaron enturbiadas el 2 de noviembre de 2007 cuando Marruecos anunció la llamada a consultas de su embajador en Madrid, tras anunciarse la primera visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, la primera en 32 años. Tres meses después se normalizaron las relaciones con la vuelta del representante marroquí.

La última reivindicación territorial la hizo en diciembre de 2020 el primer ministro, Saadedin Otmani, que provocó una respuesta rápida del Ejecutivo español con la frase «no hay tema» así como el requerimiento de la embajadora marroquí, Karima Benyaich, para dar explicaciones.

Conflicto de Perejil  

El 11 de julio de 2002, el islote de Perejil situado frente a las costas de Marruecos, no muy lejos de Ceuta, fue ocupado por efectivos alauitas que justificaron esta acción dentro de su «lucha contra la emigración ilegal y el terrorismo en el Estrecho». Apenas una semana después y en medio de una intensa ofensiva diplomática, tropas españolas recuperaron de forma pacífica el islote deshabitado. No obstante la reconciliación entre ambos países no llegó hasta el 30 de enero de 2003 cuando, tras 15 meses de hostilidades, anunciaron el regreso de sus respectivos embajadores.

Las relaciones volvieron a tensarse el 15 de diciembre de 2009 cuando la activista saharaui Aminetu Haidar llegó al aeropuerto de Lanzarote desde El Aaiún tras ser expulsada por las autoridades marroquíes que la detuvieron el día anterior. Permaneció en huelga de hambre 32 días hasta que, tras intensas negociaciones diplomáticas entre España y Marruecos, Rabat permitió su regreso el 17 de diciembre. 

La crisis migratoria vivida esta semana es, de momento, el último episodio de esta mala relación entre dos vecinos condenados a entenderse.