El último trimestre del año no se presenta fácil de gestionar para la mayoría de las economías de las familias, que arrastran dos años muy complicados en los que se han visto obligados a tirar de sus ahorros hasta dejarlos al límite ante unos costes disparados. De hecho, el 35,5% de los hogares reconoce que no pudo afrontar imprevistos en 2022, la cifra más alta desde 2018, y la situación se ha agravado más este curso.
El poder adquisitivo de las familias está tiritando tras las subidas que vienen experimentado cada mes los precios de la luz, la gasolina, la hipoteca, los créditos personales, los colegios de los hijos y los impuestos ante una inflación difícil de corregir que cerró el pasado mes de septiembre en el 3,5%.
Una de las consecuencias más inmediatas de esta situación es que el alza de los costes de los productos alimentarios y del hogar están provocando una reducción de las visitas de los consumidores a los supermercados. Los españoles han cambiado de hábitos y ahora se compran menos veces -tres al mes- y con un 15% menos de artículos para hacer frente a un coste de la vida que se ha puesto por las nubes, incluso, para las rentas medias que confiesan tener muchas dificultades para mantener el nivel al que estaban acostumbrados y se han visto obligados a reducir su consumo en restaurantes, ocio, vacaciones e, incluso, en vestir o comer.
Los datos de las subidas de tarifas en los artículos que más se consumen evidencian que han aumentado un 16,5% en los primeros seis meses de este año respecto al mismo período del curso anterior, según la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC).
Los costes al alza también están afectando a las compras que se echan al carro del supermercado. Así, mientras en el primer semestre de 2022 se adquirían al menos 21,8 productos, en el mismo período de este año se hizo con un 15,5% menos tratando de controlar y minimizar el presupuesto como una estrategia necesaria de las familias.
En esta línea, la mitad de los españoles reconoce que su economía ha empeorado en el último año y, a pesar de intentar hacer una planificación de sus necesidades, sin embargo, cada vez que llega la factura de la luz, la calefacción o la cuota de la hipoteca, se ven obligados a revisar su contabilidad para no caer en números rojos.
El encarecimiento del dinero por parte del BCE hasta el 4,5% representa una pesada carga para pagar los créditos o las hipotecas a tipo variable o la posibilidad de adquirir un vehículo o la compra de una vivienda. En este sentido, el euríbor volvió a subir en septiembre hasta al 4,14% y encareció las hipotecas variables otros 2.000 euros de media al año.
Otra consecuencia de esta realidad es que la firma de hipotecas bajó un 22,7% el pasado agosto respecto al mismo mes de 2022, hasta sumar 28.344 préstamos, con un tipo de interés medio que siguió al alza, alcanzando el 3,25%, su cifra más alta desde julio de 2016, según los datos del INE.
Una realidad que provoca que los inversores recurran a bienes refugio como el oro o, incluso, el dólar o el yen que se han visto reforzados ante este nuevo escenario.
Pagos hormiga
La estabilidad financiera de las economías domésticas se ve a menudo obstaculizada por unas compras ínfimas e imperceptibles que, al acumularse, desequilibran el presupuesto mensual. Estos gastos hormiga ocasionan pequeñas fugas de dinero que reducen la liquidez y dificultan a los hogares llegar bien a fin de mes.
Ejemplos típicos de estos gastos incluyen las suscripciones en plataformas de música y de contenidos audiovisuales, tomar un café cada mañana o un bocadillo durante el descanso del trabajo, o servicios que apenas se utilizan y compras impulsivas en internet.
El primer paso es identificar cuáles son esas fugas de dinero que desequilibran la economía familiar. Para ello, los economistas aconsejan crear un presupuesto en el que se detallen todas las necesidades de los últimos tres o seis meses, analizando ingresos y gastos, así como una previsión de lo que se quiere adquirir a corto y medio plazo.