Naciones Unidas ha suspendido los vuelos humanitarios a la región etíope de Tigray después de que uno de sus aviones se haya visto obligado a desviarse por los bombardeos del Ejército en la capital regional, Mekelle, con el objetivo de alcanzar instalaciones del Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF).
Así lo ha confirmado el portavoz de la Secretaría General de la ONU, Stéphane Dujarric, quien ha aseverado que el suceso de este viernes con el avión del Programa Mundial de Alimentos (PMA), que tuvo que cancelar el aterrizaje en Mekelle y regresar a Adís Abeba, es "un ejemplo más del impacto directo del conflicto" en las operaciones humanitarias de la región.
El secretario general adjunto de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y coordinador de la Ayuda de Emergencia de la ONU, Martin Griffiths, ha precisado sobre el incidente que la organización "no había recibido ningún aviso previo de los ataques" y que "había obtenido las autorizaciones necesarias para el vuelo".
"Este incidente plantea serias preocupaciones por la seguridad del personal humanitario que está trabajando para ayudar a los civiles con necesidades humanitarias", ha aseverado Griffiths en un comunicado, en el que ha asegurado que la ONU está "haciendo todo lo posible" para seguir prestando asistencia en Tigray, pero también en las regiones de Amhara y Afar, a donde se extiende el conflicto.
Respecto a los recientes bombardeos, también ha recordado que "deben tomarse todas las precauciones para proteger a los civiles y las infraestructuras civiles". "De acuerdo con el derecho internacional humanitario, todas las partes del conflicto deben tener un cuidado constante para evitar que los civiles y los objetos civiles sufran daños, incluidos el personal y los bienes humanitarios", ha añadido.
Por su parte, la jefa de la Oficina Regional de la OCHA para África Meridional y Oriental, Gemma Connell, ha señalado, en una rueda de prensa, que la organización aún se encuentra "averiguando" respecto a los hechos de este viernes y ha mostrado su "preocupación" por lo que "significa para las operaciones humanitarias en el norte de Etiopía en el futuro".
Necesidad de combustible y efectivo
Connell ha enfatizado en cómo los ataques aéreos y restricciones a la ayuda humanitaria pueden afectar a siete millones de personas que necesitan "desesperadamente" ayuda en el norte del país, cinco millones en Tigray y otros dos millones que se reparten entre Amhara y Afar.
"Tenemos tasas de desnutrición aguda que aumentan cada día y no solo entre los niños. Casi la mitad de las mujeres embarazadas y lactantes de Tigray también sufren ahora desnutrición aguda (...). Cada vez que hablamos de estas cifras, tenemos que centrarlas en las personas a las que nos referimos, y se trata de personas del norte de Etiopía que se han visto desesperadamente afectadas por este conflicto", ha subrayado, para alertar de que 400.000 personas en la región "se enfrentan a inseguridad alimentaria catastrófica".
En este sentido, ha resaltado que la ONU hace frente a "grandes desafíos" a la hora de prestar asistencia en la zona en la actualidad, entre ellos la "insuficiente" llegada de camiones a Tigray desde el mes de julio.
La falta de combustible es una de las causas de que solo un 15 por ciento de los camiones que deberían haber llegado con suministros a la región lo hayan hecho. "Si no tenemos combustible en el terreno dentro de Tigray, no podemos mover los vehículos que se necesitan para llevar la asistencia que salva vidas", ha incidido.
"A día de hoy, hay 14 camiones de combustible que están en Semera, en la región de Afar, a la espera de trasladarse a Mekelle. Necesitamos desesperadamente que esos camiones de combustible se desplacen, porque necesitamos ese combustible sobre el terreno para alimentar, literalmente, la operación humanitaria", ha apostillado.
Por otro lado, ha apuntado a la necesidad de "dinero en efectivo" para conseguir alimentos y otros suministros para "las operaciones básicas del día a día".
Sobre la situación en Amhara y Afar, ha destacado que es "absolutamente vital" que el personal humanitario pueda llegar a las zonas de estas regiones donde la gente se ha desplazado recientemente.
Las Fuerzas Armadas etíopes han llevado a cabo durante los últimos días una serie de bombardeos contra lo que describió como instalaciones de comunicación y armas del TPLF en Mekelle. La ONU afirmó el miércoles que el martes murieron tres niños en estos ataques.
El conflicto comenzó en noviembre del año pasado cuando el primer ministro, Abiy Ahmed, ordenó una ofensiva militar en represalia por el ataque a la base del Ejército en Mekelle, tras meses de tensiones entre el TPLF y el Gobierno central en torno al aplazamiento de las parlamentarias, finalmente celebradas en junio y en las que Abiy logró una victoria aplastante ante los llamamientos al boicot y la falta de votación en varias zonas -entre ellas Tigray- por la inseguridad.
Sin embargo, el TPLF logró importantes avances en junio que le permitieron recuperar Mekelle, tras lo que Abiy anunció un alto el fuego unilateral citando motivos humanitarios, rechazado por el grupo, que expandió su ofensiva a las adyacentes regiones de Amhara y Afar, haciendo temer una propagación de la guerra al resto del país.