Compartir piso a los 70

Ana Rodrigo (EFE)
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Los mayores están dando un giro a la forma y modo de abordar la última etapa de su vida, evitando las residencias y potenciando la convivencia en viviendas o retornando al pueblo que les vio nacer

Compartir piso a los 70

A sus más de 70 años y con pensiones bajas no podían «ni soñar» con pagar un alquiler para ellos solos, ni con comprar una vivienda, pero Paco, Mamen, Vicente y Carmen han hallado en el piso que comparten en Valencia un respiro económico y «camaradería» para aguantar los «palos» de la vida.

Casas compartidas con jóvenes o con otros mayores, cooperativas en entornos rurales con apoyos y asistencia sociosanitaria, barrios y pueblos más amigables, como Pescueza, en Cáceres, que mantiene a los mayores en sus casas ofreciéndoles servicios y prestaciones para que disfruten de los beneficios de una residencia sin dejar sus hogares.

Las personas mayores están dando un giro a la forma y el modo de abordar la última etapa de su vida, desplazando el ingreso automático en residencias por un nuevo modelo de cuidados que lentamente se va desplegando.

«Podía ser una bomba de relojería o un cóctel fabuloso», asegura Paco Richetti en el piso que comparte con cuatro compañeros en la céntrica calle Jesús de Valencia, que han convertido en su casa gracias al proyecto Hogares Compartidos, que une compañeros de piso de más de 60 años con pensiones bajas.

Como esta vivienda, hay otras 12 en la capital del Turia, que alojan a 49 jubilados que dedican el 38 por ciento de su pensión al piso. Es uno de los modelos, con una experiencia ya de 10 años, que miran de cerca otras comunidades.

Esta asociación se puso en marcha para luchar contra la soledad no deseada y garantizar el derecho a la vivienda de las personas mayores, pero además de facilitar pisos compartidos también acompaña en trámites burocráticos o médicos y facilita las actividades de cultura y ocio.

Otro ejemplo paradigmático de la existencia de un modelo de cuidados global para este sector es el pueblo extremeño de Pescueza, que con apenas 150 habitantes cuenta con el 80 por ciento de su población retirada. «Soy un pensionista de Barcelona que ha venido a vivir a este pueblo, la diferencia es abismal, aquí hay mucha tranquilidad y estamos muy relajados, es perfecto para continuar otros 70 años más», asegura uno de los nuevos residentes, con vínculos familiares en esta localidad que nunca quiso romper con ella. 

Un coche eléctrico que traslada a los vecinos hasta el centro de día, cámaras en las casas, alarmas que avisan si alguna persona sufre un accidente, pasamanos en las calles más transitadas y recorridos sobre suelo antideslizante son algunas de las medidas del programa Quédate con nosotros que arrancó en 2011.

Los mayores se mantienen en sus lugares habituales de residencia, se apoya su autonomía y cuando esto no es posible, tienen servicios como el transporte sanitario, el servicio de comida a domicilio y otros apoyos en el centro de día.

A continuación se presentan algunos ejemplos llevados cabo por las comunidades en esta dirección.

Castilla y León: proyectos 'En mi casa' y 'Viviendas en red'

Esta comunidad ha acelerado, tras la Covid, su modelo residencial En mi Casa, basado en las «unidades de convivencia» de hasta 16 personas, que permiten la creación de entornos íntimos y acogedores, lo más parecido a un hogar. Otros proyectos son A gusto en mi casa para que los mayores sigan en sus domicilios con los apoyos necesarios, Viviendas en red, que ofrece por un alquiler simbólico pisos adaptados que los mayores pueden compartir e INTecum, para facilitar apoyos en el hogar a personas con una enfermedad en fase avanzada.

Asturias: tres de cada cuatro en casa 

Solo el 12 por ciento de los asturianos de entre 55 y 75 años prefiere pasar sus últimos años en residencias, la principal opción para tres de cada cuatro es seguir en sus hogares. Por eso, la nueva estrategia CuidAs impulsa una nueva residencia con ocho unidades de convivencia de 15 personas cada una y un centro multiservicios para favorecer una vida independiente.

País Vasco: en proceso de reforma

La pandemia y los devastadores efectos en los centros residenciales impulsaron un acuerdo de mínimos entre las administraciones para implantar ese cambio de mirada respecto al cuidado y acompañamiento de los mayores. En el País Vasco se está en pleno proceso para reformar las residencias y crear un ambiente más hogareño, con habitaciones individuales y espacios abiertos a la comunidad.

Cataluña: residencias con médico

Después de los miles de casos de fallecidos por la Covid, Cataluña tomó la determinación de que cada residencia cuente con un médico privado y un centro de referencia de Atención Primaria, pero les excluye de tener su profesional de la sanidad pública.

Madrid: unidades de convivencia

Madrid trabaja en la implantación de un nuevo modelo con unidades de convivencia de hasta 25 personas, zonas comunes y un límite de 150 plazas para las nuevas.

Canarias: vivienda entre jóvenes y mayores 

Canarias contempla modelos de vivienda compartida entre jóvenes y mayores y pisos colaborativos, además de la creación de nuevas plazas en residencias, ampliando el catálogo de cuidados en las mismas.

Castilla-La Mancha: digitalización

La comunidad ha dotado a las residencias, centros de mayores, hogares de acogida y centros de día de dispositivos tecnológicos para realizar terapias de estimulación cognitiva con los usuarios o actividades de ocio.